martes, 8 de mayo de 2012

#revistas #arquitectura | El Croquis | 155 | Sanaa, Kazuyo Sejima + Ryue Nishizawa : 2008-2011

Sanaa, Kazuyo Sejima + Ryue Nishizawa : 2008-2011 : arquitectura inorgánica = inorganic architecture
El Croquis, Madrid : 2010
253 p. : principalmente il., planos
Ed. bilingüe español – inglés
En "El Croquis", N.155 (2011)
ISBN 9788488386649
Biblioteca Sbc Aprendizaje A-72(082) *CRO/155

Arquitectura inorgánica
Mohsen Mostafavi

¿Cómo pueden volverse efímeros los objetos físicos? ¿Cómo puede la arquitectura alcanzar unas condiciones afectivas que la pongan en el camino de su propia desaparición? ¿Cuál es el estado de la mediación entre el acto de dibujar y el de construir y, en un sentido más amplio, cuál es el proceso de la arquitectura? Sobre éstas y otras preguntas inciden los modos en que Kazuyo Sejima y Ryue Nishizawa, tanto por separado como colectivamente en SANAA, abordan la arquitectura. También quizá es el modo en que la arquitectura los aborda a ellos; inicialmente como un esquema, un croquis, de un trazo invariablemente tan fino que apenas resulta visible en relación con un emplazamiento específico. Y, con todo, las relaciones son cruciales para SANAA. A fin de explorar estas temáticas, el dibujo no sólo les sirve para examinar las conexiones con un lugar en concreto, sino también para articular la claridad de las relaciones interiores; si bien son las interrelaciones entre lo interior y lo exterior las que hacen que muchos de sus proyectos resulten tan seductores y relevantes para la práctica contemporánea de la disciplina.

SANAA no inicia sus proyectos con la imagen del edificio sino con algo que tal vez pueda describirse como un período de descubrimiento. Oponen una resistencia deliberada a la imagen visual y, en cambio, ponen todo su empeño en las circunstancias preexistentes. Entre ellas, se cuentan los deseos del cliente, las características y cualidades específicas del lugar y sus propios intereses en un momento dado. De la combinación de todo este material, surgen los ingredientes que configuran el abanico de opciones y posibilidades que tienen ante sí. La importancia de su planteamiento reside en su renuencia sistemática a una visualidad gestual e icónica que sea inmediata. En vez de ello, parece que se propongan ganar tiempo, postergar las cosas, con la idea, quizá, de descubrir algo a través de ese mismo aplazamiento. Es evidente que esperan que el resultado final también les sorprenda a ellos. Quizá ahí resida la clave de que sus obras siempre parezcan tan nuevas. Se observa un rasgo identificable en su arquitectura, pero también el esfuerzo decidido de no convertir ese rasgo en un estilo repetible que se suceda, por imitaciones, de un proyecto al siguiente. Sin embargo, hay método en su trabajo, pero ese método, más que predecir el resultado, lo que hace es dar forma al proceso.

SANAA forma parte de un reducido e influyente grupo de arquitectos japoneses que suelen marcar el papel con un trazo muy fino; en su caso, su trazo aún resulta más fino que en la mayoría. Si no fuera porque muchos de sus edificios han sido completados, uno pensaría que esos dibujos son simples diagramas de una arquitectura posible, que encontraría solución en un tiempo por venir. Y sin embargo siguen insistiendo en dejar marcas sobre el papel que desafían el uso del dibujo como simbólica representación descriptiva del edificio. Ello resulta aún más evidente si tenemos en cuenta que sus dibujos a menudo son demasiado sutiles como para transmitir un método constructivo concreto. La naturaleza esquemática y abstracta de estas obras sobre papel contribuye a desnaturalizar el dibujo como representación de un método constructivo particular. En cambio, nos instan a prestar atención a las relaciones entendidas como un todo. Aspiran a manifestar la totalidad conceptual de un proyecto más que su imagen.

En este sentido, puede ser de utilidad comparar cualquiera de sus casas con la típica casa construida en el típico solar suburbano por cualquier promotor inmobiliario en Estados Unidos o de cualquier otro rincón del mundo, que para el caso es lo mismo. Casi siempre, los promotores optan por un modo de construcción particular y apriorístico que viene representado en sus planos. El grosor de las paredes, las ventanas y las convenciones correctas relativas al dibujo del giro de las puertas, aluden a un universo, a un conjunto de convenciones habituales, que hallan expresión invariable en el convencionalismo y normalidad de su arquitectura. No se critica aquí el uso de convenciones ni tampoco el de materiales estandarizados, sino la consumada naturalización del procedimiento estético, visual y espacial que hace que gran parte de los resultados de la arquitectura contemporánea sean predecibles. Hemos aprendido a aceptar la imagen de edificios que forman parte de una tradición y un modo de construcción específicos, pero la arquitectura de SANAA socava nuestra aceptación acrítica y acomodaticia de tradiciones falsas.

Al planear y dibujar un edificio, el esbozo puede dar una impresión de claridad, cuando, en realidad, es en la realización de la arquitectura en cuanto que estructura, artefacto, donde SANAA insinúa que acometen la realidad de unos factores externos que escapan a su control. Esta transición desde la claridad abstracta del dibujo hacia la contingencia circunstancial de un proyecto representa, en sí misma, un camino cuyo tránsito resulta extremadamente complejo. A menudo es difícil sustraerse a la tentación de aceptar el camino más expedito, aceptando, en cambio, las circunstancias dadas como si se trataran de la norma aceptada o distanciándose de la realidad que está más allá de la más simple de las conexiones.

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