Alejandro de la Sota : Central Lechera Clesa, Madrid, 1961 / edición a
cargo de = edition by Teresa Couceiro.
Fundación Alejandro de la Sota, Madrid : 2007.
113 p. : il.
Fundación Alejandro de la Sota ; 3
Ed. bilingüe español – inglés
ISBN 9788461209774
Biblioteca Sbc Aprendizaje A-72 SOTA ALE
La Central Lechera CLESA (Madrid, 1961) fue una de las primeras obras realizadas
en España con estructura de hormigón pretensado. Hoy esta obra está considerada
un exponente de la arquitectura moderna industrial española. Esta publicación
reúne un material prácticamente inédito. Los textos forman parte de la memoria
original del proyecto. Resultan particularmente interesantes las fotografías de
la obra en construcción y los croquis con gran cantidad de dibujos de detalles
que de la Sota realizó a lo largo del proyecto y de la obra.
El edificio Clesa se salva
El Ayuntamiento de Madrid estudia proteger la construcción de De la
Sota. Un libro recopila toda la obra del arquitecto del colegio mayor César Carlos.
M. José Díaz de Tuesta | El País, 2010-03-24
El mal recuerdo que dejó la demolición del edificio
La Pagoda, de Miguel Fisac, en 1999, sobrevuela de vez en cuando sobre algunas
obras emblemáticas de la etapa moderna firmadas por los mejores arquitectos
españoles. Alejandro de la Sota (Pontevedra, 1913-Madrid, 1996) fue uno de
ellos, el autor del gimnasio del colegio Maravillas, una joya de 1962 que sigue
asombrando al mundo. La central lechera Clesa (1961), en la calle del Cardenal
Herrera Oria, es otro de sus edificios importantes porque fue uno de los
primeros en los que se utilizó para su estructura hormigón pretensado (evita
pilares y permite espacios más diáfanos), adelantándose a su tiempo.
La obra ha pasado por varios propietarios. Entre
otros, Parmalat, y después la familia Ruiz Mateos, que es ahora la dueña. Se
especuló con que acabaría derruido para construir viviendas. Entonces, la
Fundación Alejandro de la Sota (alejandrodelasota.org, un modelo de archivo
digitalizado con más de 3.000 documentos para consulta) pidió ayuda al Colegio
de Arquitectos y envió una carta al alcalde de Madrid. Ahora, la Concejalía de
Urbanismo ha confirmado que el inmueble está en trámite para ser incluido en el
listado de edificios modernos y ser catalogado como protegido, para otorgarle
una protección alta o muy alta. "La protección es importante, pero también
lo es llegar a tener conciencia de que debemos de cuidar el patrimonio
arquitectónico; sólo la protección no garantiza un adecuado mantenimiento",
explica Teresa Couceiro, directora de la fundación. "Deberíamos tomar
ejemplo de Berlín, donde toda la arquitectura moderna está impoluta porque
existe conciencia política y ciudadana". El colegio mayor César Carlos, en
Madrid, del Ministerio de Educación, es un buen ejemplo de edificio en uso y
que a pesar de tener la máxima protección sufre deterioro. El rector, David
Lafuente, asegura: "Hay losetas que se están cayendo. Sorprende que un
edificio con estos niveles de protección y con su historia esté así. Estamos en
conversaciones con el ministerio".
La Fundación Caja de
Arquitectos ha publicado ahora una exhaustiva monografía, “Alejandro de la Sota”,
de Iñaki Ábalos, Josep Llinás y Moisés Puente, que incluye, además de
manuscritos y descripciones de los proyectos que él mismo redactaba (tenía
también buena pluma), una clasificación de todos sus edificios, los que siguen
en pie y los que sucumbieron a la voracidad urbanística. Como ocurrió con el
poblado de Fuencarral (1956), que pese a ser construcciones muy baratas
contenían una preocupación estética, y su magnífica casa Arvesú (1955) en
Madrid, demolida en 1987.
Puente, uno de los autores, recorre las tres etapas
de De la Sota. "La del inicio, en la posguerra, cuando ensaya distintos
lenguajes en la arquitectura popular de los poblados, con toques
expresionistas, pero sin dejar de ser tradicional. Otra etapa clásica, la más
conocida, cuando firma sus mejores obras, como el Gobierno Civil de Tarragona,
Maravillas o Clesa. Y, en los setenta, cuando pierde la cátedra en la Escuela
de Madrid y se recluye. Entonces se dedica a estudiar sistemas prefabricados
ligeros que utiliza en el edificio de Correos de León, en 1984. Es su etapa
menos conocida y valorada, pero demuestra la virtud de poder
reinventarse".
Uno de los siete hijos que tuvo el arquitecto, y
que lleva su nombre, destaca del padre su honestidad. "Era optimista, con
sentido del humor y muy apasionado", recuerda. "Y muy exigente en su trabajo.
Rechazó muchísimas obras porque no estaba de acuerdo con el cliente. Cerró el
estudio dos veces y tuvo que recurrir a su puesto de funcionario de Correos. Mi
madre tuvo mucho mérito, nunca le influyó en sentido contrario y esa actitud,
con siete hijos, es muy loable".
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