miércoles, 31 de diciembre de 2014

#monograficos #arquitectura | AV : monografías 165-166 | España 2014

España 2014 : Spain yearbook [director = editor, Luis Fernández Galiano]
Arquitectura Viva, Madrid : 2014
245 p. : fot., planos
Ed. bilingüe español e inglés
En : AV : monografías = monographs, n. 165-166 (2014)
ISBN 9788461694693
Arquitectura -- Siglo XXI -- España.
Sbc Aprendizaje A-72(082) *AVM/165-166
http://millennium.ehu.es/record=b1797944~S1*spi

El optimismo de la voluntad / Luis Fernández-Galiano

Este Anuario apareció por primera en 1993 en forma de libro, y desde 1994 como un número doble de AV. Mis presentaciones se publicaron también en el simultáneo Anuario del diario El País (hasta que dejó de editarse el año pasado), y la mera secuencia de sus títulos ofrece una crónica abreviada de estas dos décadas. La última del siglo XX se presentó con sabor agridulce, a tono con los vaivenes económicos y emocionales —annus mirabilis, annus horribilis— del emblemático 92: ‘Amenes filipinos’, ‘Tres fiestas y un funeral’, ‘Estaciones de tránsito’, ‘Vísperas europeas’, ‘Memorias y mudanzas’ o ‘La globalización y sus descontentos’ condujeron al ‘Bienvenidos al último espectáculo’ que daba cuenta del año 2000. Pero a partir de entonces los tonos han sido uniformemente sombríos, y tras el inevitable ‘Tristes torres’ de 2001, ‘El planeta negro’, ‘Gestos de fuerza’, ‘Líneas de fractura’, ‘Un tiempo convulso’ y ‘El globo sin gobierno’ registraron las crisis bélicas y ecológicas de los primeros años del siglo XXI con ánimo desesperanzado. En vísperas de los Juegos Olímpicos de Pekín, ‘El alba de Asia’ de 2007 introducía un elemento luminoso, pero la crisis abierta por el colapso de Lehman oscurecería los años siguientes: ‘Un sismo en el sistema’, ‘Llega el frío’, ‘Días de penitencia’, ‘El precipicio y la protesta’ y ‘Naciones en naufragio’ documentan un lustro testarudamente ominoso. Tras esa larga retahíla de textos teñidos por el gramsciano ‘pesimismo de la inteligencia’, quizá ha llegado la hora de tejer el relato con algunas hebras de ‘optimismo de la voluntad’.

El año 2013 ha sido prolijo en conflictos tan atroces como la guerra civil en Siria, y en catástrofes tan trágicas como el tifón Haiyan en Filipinas, pero también se presta a una crónica en clave esperanzada. La creciente autonomía energética que el “fracking” otorga a Estados Unidos ha debilitado sus vínculos con Arabia Saudí, facilitando el acuerdo sobre el programa nuclear de Irán y abriendo mejores perspectivas en el avispero de Oriente Medio, estímulo último en el avance de un fundamentalismo islámico que Francia frenó militarmente en el Magreb con su decisiva intervención en Mali. Las revueltas populares en Estambul, São Paulo, El Cairo o Kiev hicieron oír demandas sociales o políticas a unas élites incapaces de repartir mejor los frutos de la prosperidad emergente, y enredadas en unas tramas de espionaje mutuo y de sus poblaciones que —en la estela de WikiLeaks— las revelaciones de Edward Snowden contribuyeron a cartografiar, mostrando la importancia de las masas ingentes de datos que manejan las grandes empresas informáticas: Big Data está aquí para quedarse. En el terreno de los nombres propios, la insólita abdicación de un Papa dio la tiara a un jesuita latinoamericano comprometido con causas sociales, y la aparición en la escena del Papa Francisco es tan bienvenida como la desaparición de la misma de Berlusconi, que coincidió en el tiempo con la reelección de la todopoderosa Merkel. Y en España, los escándalos que han deteriorado el prestigio de las instituciones, las cada vez más ásperas tensiones secesionistas y sucesos como el trágico accidente del AVE o el fracaso de la candidatura olímpica de Madrid se contraponen a los primeros signos de recuperación económica y al clamor vigoroso por la regeneración política, promovida por un cúmulo de movimientos y organizaciones.

Para la arquitectura, atenta siempre al rumor del mercado inmobiliario, el año español quedó marcado por el saneamiento del ladrillo en los balances de las instituciones de crédito a través de un ‘banco malo’, el retorno de la inversión internacional aprovechando la caída de los precios —la norteamericana Hyatt compró la barcelonesa torre Agbar para transformarla en hotel, y el fondo soberano de Abu Dabi, la madrileña torre Foster, que será ocupada por la petrolera Cepsa—, y la evaporación de las expectativas creadas por la apuesta olímpica y la instalación de un gran complejo de ocio, Eurovegas; todo ello en el contexto de un sector de la construcción todavía exánime y un cúmulo de publicidad negativa para la profesión, que hizo de Santiago Calatrava el chivo expiatorio de los años alocados de la burbuja. Pero la crisis ha tenido también el efecto de estimular la internacionalización de los estudios grandes y pequeños, promover la emigración cualificada de técnicos y profesores, y difundir en las nuevas generaciones un espíritu austero y solidario que es sin duda el fundamento sobre el que habrá de levantarse la recuperación. El rechazo del despilfarro que se asocia a la arquitectura emblemática es hoy muy vivo en España y fuera de ella, por más que ésta aún prospere en el Golfo, en las repúblicas exsoviéticas y en China, o que incluso Tokio haya elegido un escultórico estadio de Zaha Hadid como icono de sus Juegos en 2020.

Grandes obras culturales como la de la propia Hadid en Bakú, o la de Coop Himmelb en la ciudad china de Dalián pertenecen inevitablemente a la crónica del año, al igual que el complejo residencial de Steven Holl en otra ciudad china, Chengdu, o el colosal conjunto De Rotterdam de OMA, que simultáneamente completó la Bolsa de Shenzhen; pero también deben inscribirse en ella aeropuertos tan sobriamente tecnológicos como el de Fuksas en la misma ciudad china de Shenzhen o el de Foster en Ammán; así como museos de sofisticada elegancia como el PAMM de Herzog & de Meuron en Miami o el MuCEM de Ricciotti en Marsella; inteligentemente insertos en lo existente como el de BIG en los muelles de Copenhague o el despojado Palais de Tokyo de Lacaton y Vassal en París; o bien tan ricos en referencias lacónicas a la arquitectura del siglo XX como el Jumex de Chipperfield en México o la ampliación del Menil en Fort Worth, ejecutado por Renzo Piano con admirable deferencia al emocionante museo de Louis Kahn. En España, por su parte, completaron obras notables los veteranos Manuel Gallego en Santiago de Compostela y Gerardo Ayala en Madrid, además de Rafael de La-Hoz en la misma ciudad, Paredes y Pedrosa en Ceuta o RCR en Olot; pero ningún registro puede omitir ya los proyectos exteriores, y entre ellos deben al menos mencionarse los de Antón García-Abril en Ciudad de México y Eduardo Arroyo en Viena, dos obras singulares de arquitectos con vocación experimental.

En el capítulo de distinciones, muestras y efemérides, España celebró los centenarios coincidentes de Alejandro de la Sota, Miguel Fisac, José Antonio Coderch, Antonio Bonet y el todavía con nosotros Rafael Aburto; el mundo los de Georges Candilis, Constantinos Doxiadis, Amancio Williams, Mario Roberto Álvarez y Kenzo Tange; y los 50 años de la Philharmonie berlinesa o los 40 de la Ópera de Sídney coincidieron con los 20 transcurridos desde la terminación del Carré d’Art en Nîmes, que Foster señaló comisariando una gran exposición de arte que ocupó la totalidad del edificio. Renzo Piano fue nombrado Senador vitalicio de Italia, y otros arquitectos recibieron los premios más codiciados: Toyo Ito el Pritzker, David Chipperfield el Imperiale, Peter Zumthor el oro del RIBA, y Thom Mayne el del AIA; mientras el Wolf recayó en Souto de Moura, el Tessenow en Campo Baeza y el conservador Driehaus en Thomas Beeby. Y otras tantas obras fueron distinguidas: el Harpa de Larsen y Eliasson en Reikiavik con el Mies, el Astley Castle de Witherford Watson Mann con el Stirling, el Centro megalítico de Toni Gironès con el FAD, y el Rijksmuseum de Cruz y Ortiz con el Premio de Arquitectura Española Internacional, que se otorgó por primera vez, y cuya ceremonia se celebró en el Palacio del Senado bajo la presidencia del príncipe Felipe, que quiso así manifestar su apoyo a una profesión atribulada. Y ya por último, el año que vio desaparecer a Hugo Chávez, Margaret Thatcher y Nelson Mandela tuvo también que lamentar la muerte de arquitectos como Paolo Soleri, Clorindo Testa, Pedro Ramírez Vázquez, Javier Carvajal, Henning Larsen, Fray Coello de Portugal o Christian de Groote, críticos como Ada Louise Huxtable, Roberto Segre o Ulrich Conrads, y fotógrafos como Baltazhar Korab o Yukio Futagawa, y no es retórico concluir asegurando que sobreviven en sus obras, sus escritos y sus imágenes.

martes, 30 de diciembre de 2014

#monograficos #arquitectura | AV : monografías 156 | Vivir juntos


Vivir juntos = Europe, living together / director=editor, Luis Fernández Galiano
Arquitectura Viva, Madrid : 2012
108 p. : il.
Ed. bilingüe español e inglés
En: AV : monografías = monographs, n. 156 (Julio - Agosto 2012)
Arquitectura doméstica -- Europa.
Inmuebles para vivienda.
Sbc Aprendizaje A-72(082) *AVM/156
http://millennium.ehu.es/record=b1743217~S1*spi

Vivir juntos / Luis Fernández-Galiano

Los europeos necesitamos vivir juntos: vivir juntos en alojamientos colectivos y ciudades compactas, y vivir juntos en países solidarios y un continente común. En esta hora difícil de Europa, recordar la lógica económica y ambiental del residencial comunitario y de la urbanidad densa —y esto procuramos con las obras aquí recogidas y con el artículo que las precede— equivale a ofrecer una metáfora arquitectónica del reto político a que se enfrenta nuestro continente, fragmentado en naciones que persiguen con miopía objetivos divergentes, y estas a su vez fracturadas por banderías que ignoran un proyecto compartido. Sin embargo, Europa sólo puede enfrentarse con éxito a una crisis que ha puesto de manifiesto su declive geopolítico reforzando su estructura institucional y su cohesión territorial. Debemos vivir juntos, y también pensar juntos en los desafíos colosales que se abren ante nosotros.

Esta península de Asia no es ya el centro económico o político del mundo. Si los anteriores ensayos de unificación europea —que inevitablemente asociamos a los nombres de Carlomagno, Carlos V y Napoleón— eran apuestas imperiales de proyección de poder, la actual atribulada unión lo es de supervivencia, motivada primero por el temor a ver desangrarse de nuevo al continente en guerras intestinas, y justificada hoy por la vulnerabilidad comercial o financiera de sus economías. Debilitada la protección militar de Estados Unidos, que desplaza crecientemente sus efectivos hacia el teatro del Pacífico, dependiente para su suministro energético de una Rusia imprevisible y un Medio Oriente convulso, desafiada cultural y demográficamente por un mundo árabe en ebullición, y abrumada por la vigorosa competencia mercantil asiática, la Unión Europea se encamina hacia una encrucijada histórica.

Desde el limitado campo de la arquitectura apenas podemos hacer otra cosa que subrayar la importancia crítica de los tipos edificatorios y los modelos urbanísticos en el consumo de energía —condicionante esencial de la dependencia exterior— y la trascendencia del ámbito público de la ciudad en la formación del espíritu cívico y la voluntad colectiva: vivir juntos es económica, ecológica y socialmente saludable. Los dos congresos internacionales convocados por la Fundación Arquitectura y Sociedad en 2010 y 2012 lo hicieron bajo lemas complementarios —‘Más por menos’ y ‘Lo común’— que acaso resumen bien las opciones en este momento de crisis: suministrar más utilidad y belleza consumiendo menos recursos, y dar prioridad a todo aquello que compartimos; frente al despilfarro y al individualismo, la austeridad y la solidaridad. El significado de vivir juntos tal vez no sea otro que ese.

lunes, 29 de diciembre de 2014

#monograficos #arquitectura | AV : monografías 157-158 | Herzog & de Meuron, 2005-2013


Herzog & de Meuron, 2005-2013 / [director = editor, Luis Fernández Galiano]
Arquitectura Viva, Madrid : 2012
286 p. : fot., planos
Ed. bilingüe español e inglés
En: "AV : monografías = monographs" N. 157-158 (septiembre-diciembre 2012)
ISBN 9788461623402
Herzog & de Meuron.
Arquitectura -- Siglo XXI.
Sbc Aprendizaje A-72(082) *AVM/157-158
http://millennium.ehu.es/record=b1755368~S1*spi

Tercera entrega / Luis Fernández-Galiano

Esta es la tercera monografía que AV dedica a Herzog & de Meuron. La primera se publicó en 1999, y se ocupaba de la carrera de los suizos desde sus inicios en el ya mítico carnaval de Basilea de 1978 hasta las oficinas comerciales de Ricola, un proyecto que durante su gestación en 1997 alumbró una nueva etapa en su trayectoria. La segunda monografía apareció en 2005, y se extendía desde los Fünf Höfe muniqueses hasta el Allianz Arena, entonces recién terminado en la misma ciudad, y el todavía en construcción Estadio Olímpico de Pekín. Este último se remató en 2007, a tiempo para los Juegos del año siguiente, y esta efemérides propició un libro —Herzog & de Meuron 1978-2007— que resumía treinta años de trabajo con cincuenta proyectos, divididos en dos grupos de veinticinco por la ya mencionada obra para Ricola, y cuyo contenido provenía en buena parte de las dos monografías anteriores.

La publicación actual se inicia con las dos obras de Santa Cruz de Tenerife —proyectadas ya en 1999, e incorporadas por tanto en la primera monografía, pero no finalizadas hasta una década después, y que acaso por su largo recorrido han sido genuinos laboratorios de arquitectura donde se han ensayado soluciones materializadas en muchos otros proyectos de la oficina— y llega hasta el recién inaugurado museo Parrish —tan estimulante en su primera versión dispersa como en el rotundo galpón finalmente construido— y el pabellón de la Serpentine, un proyecto (realizado con Ai Weiwei como el estadio de Pekín) que resume bien los intereses fenomenológicos y la voluntad experimental del estudio de Basilea, y que no por ser efímero, como por otra parte lo son también las escenografías comentadas en el artículo que sigue, es menos importante en el desarrollo conceptual y artístico de su trabajo.

A diferencia de las dos anteriores, esta tercera monografía incorpora proyectos urbanos, que si bien han estado siempre presentes en su reflexión teórica —desde el estudio de 1991-1992 para Basilea ‘Eine Stadt im Werden’ hasta sus numerosos trabajos con los estudiantes de la ETH Basel—, solamente ahora, con el Bulevar de Burgos y el plan La Confluence de Lyon, han podido someterse a la prueba de su realización física. En las dos ciudades, Herzog & de Meuron formulan alternativas al urbanismo contemporáneo que, dejando atrás los dogmas ajados de la modernidad del siglo XX, se alejan tanto de un tradicionalismo nostálgico anclado en los trazados del XIX como del espectáculo formalista que busca en los gestos escultóricos la urbanidad del XXI. Son propuestas que merecen desde luego discutirse, sin permitir que su fermento renovador se extravíe entre la habitual cosecha de objetos exquisitos.

domingo, 28 de diciembre de 2014

#monograficos #arquitectura | AV : monografías 159-160 | España 2013


España 2013 : Spain yearbook / director-editor, Luis Fernández Galiano
Arquitectura Viva, Madrid : 2013
259 p. : il.
Texto en español e inglés
En: "AV : monografías = monographs" N. 159-160 (2013)
ISBN 9788461639960
Arquitectura -- Siglo XXI -- España.
Sbc Aprendizaje  A-72(082) *AVM/159-160
http://millennium.ehu.es/record=b1761610~S1*spi

Naciones en naufragio / Luis Fernández-Galiano

En “Why Nations Fail” el economista del MIT Daron Acemoglu y el politólogo de Harvard James Robinson exploran los orígenes del poder, la prosperidad y la pobreza, y llegan a una deprimente conclusión: las naciones naufragan o salen adelante en función de sus instituciones, porque son éstas las que permiten o impiden a las élites poner el país a su exclusivo servicio. Al entrar en el quinto año de una crisis que ha sido sucesivamente financiera, económica, fiscal-monetaria y social, el foco ha pasado a las instituciones, crecientemente erosionadas por la percepción de que sirven sólo al mantenimiento de los privilegios de las élites. En España, este desprestigio ha afectado a partidos políticos, Parlamento, Gobierno y tribunales de justicia, pero también a sindicatos y patronal, bancos o grandes empresas, y se ha extendido a los medios de comunicación, la Iglesia o la propia monarquía. La crisis es ya institucional, y tanto el crecimiento de las desigualdades, la marginación y el paro como el adelgazamiento de las clases medias ponen en cuestión los actuales mecanismos de representación democrática. Si a estos factores se añade el escándalo interminable de la corrupción o las intratables tensiones secesionistas en Cataluña y el País Vasco, puede entenderse que España sea hoy una nación atribulada.

No es la única en el mundo, y nuestra situación es envidiable si la comparamos con la de Siria desgarrada por una guerra civil o la de Mali amenazada por Al Qaeda del Magreb, dos extremos de un arco de crisis islámico que ha tenido en el Egipto de Morsi su Campo de Agramante político; o incluso con otros países del sur europeo, de Portugal a Grecia, que sufren con violencia la fractura social y económica de Europa. Todavía tenemos más seguridad jurídica que la Venezuela de Chávez o la Rusia de Putin, en un globo turbulento difícilmente gobernado por las dos superpotencias, Estados Unidos —donde Obama fue reelegido en una atmósfera de aguda división ideológica— y China, que vio el ascenso de Xi Jinping a la sucesión de Hu Jintao. Por lo demás, el año tuvo su cuota habitual de catástrofes naturales, seguramente acentuadas por el cambio climático, y el huracán Sandy —que puso a la ciudad de Nueva York en una situación crítica— mereció más atención que ninguna otra; de logros científicos, encabezados sin duda por la detección del bosón de Higgs en el CERN ginebrino y por la llegada a Marte de la sonda Curiosity; y de eventos deportivos, desde los Juegos Olímpicos de Londres que consagraron a Michael Phelps y a Usain Bolt como los más laureados de la historia hasta el europeo ganado por la selección española de fútbol, que se convirtió así en la primera que obtiene tres títulos consecutivos, ofreciendo autoestima a un país en horas bajas.

El clima de desaliento en España se acentúa en el ámbito de la arquitectura, golpeada a la vez por el desplome de la promoción privada (en 2012 se iniciaron 45.000 viviendas, lo que supone una caída del 95% respecto a 2006 y 2007, en pleno boom inmobiliario) y el desvanecimiento de la promoción pública, que ha sufrido la aplicación de los planes de austeridad al capítulo de inversión. Sin oportunidades de trabajo ni esperanzas de recuperación, los arquitectos mayores dejan la profesión, los más jóvenes dejan el país, y los de mediana edad —atrapados por hijos o hipotecas— dejan la clase media. Los más afortunados son los que tienen encargos fuera, una circunstancia que este año permitió celebrar la terminación de obras como la remodelación del Rijksmuseum por Cruz y Ortiz, los zocos de Beirut por Rafael Moneo, el renovado Joanneum de Graz por Nieto Sobejano, el nuevo acceso a la Galería Nacional de Praga por Josep Lluís Mateo, la residencia de estudiantes en la noruega Trondheim por Elvira, Murado y Krahe, el centro cultural en la francesa Chauffailles por Calderón, Folch y Sarsanedas o los dos edificios en Bélgica de Carlos Arroyo, la Academia y auditorio de Dilbeek y el Ayuntamiento y Centro cívico de Oostkamp.

En todo caso, en la península han seguido completándose proyectos iniciados en momentos más optimistas, como la Estación intermodal en Logroño de Ábalos Sentkiewicz, la Filmoteca Española de Víctor López Cotelo, el Centro de Creación Contemporánea en Córdoba de Nieto Sobejano y el Consejo consultivo de Zamora de Alberto Campo y otros; los palacios de congresos de Toledo y Sevilla, obras respectivas de Rafael Moneo y Guillermo Vázquez Consuegra; o la transformación por Gonzalo Moure de las Escuelas Pías madrileña en Colegio de Arquitectos, y de la prisión de Palencia en Centro cultural, llevada a cabo por Exit Architects, en un contexto en el que la rehabilitación adquiere una importancia creciente, como atestiguan los diferentes proyectos de Matadero-Madrid, distinguidos con el Premio FAD, la Serrería Belga de Langarita Navarro o el hipódromo de la Zarzuela —con las magistrales marquesinas de hormigón de Eduardo Torroja—, restaurado minuciosamente por Jerónimo Junquera. Un año pues en el que no han faltado los éxitos, y donde los premios han celebrado la carrera de tres maestros: Javier Carvajal, que recibió una largamente merecida Medalla de Oro; Juan Navarro, homenajeado en Cádiz (que recordó el segundo centenario de la primera Constitución española) por la Bienal Iberoamericana; y Rafael Moneo, distinguido en la fecha de su 75 cumpleaños con el prestigioso Premio Príncipe de Asturias de las Artes.

Fuera de España, el año vio la culminación del escueto museo Parrish, construido por Herzog & de Meuron al norte de Nueva York, un refinado galpón que renunció al inicial proyecto fragmentado al reducirse el presupuesto a la cuarta parte; de la inmaterial sede del Museo del Louvre, levantada por SANAA en Lens, una zona deprimida de minería del carbón en el norte de Francia; las salas de arte islámico en la sede central parisina del mismo museo, alojadas por Rudy Ricciotti bajo una delicada alfombra voladora que cubre uno de los patios, felizmente menos polémica de lo que fue la cristalina pirámide de Pei; el velódromo diseñado por Hopkins Architects para los Juegos Olímpicos de Londres, la mejor herencia del evento junto al escultórico centro acuático de Zaha Hadid; el colosal Shard de Renzo Piano en la misma ciudad, un rascacielos que ha batido el récord de altura en la Unión Europea; el memorial de las brujas en la noruega isla de Vardø, una lírica construcción concebida por Peter Zumthor y la artista Louise Bourgeois; o la rehabilitación para viviendas del convento de las Bernardas de Tavira, una obra ejemplar de Eduardo Souto de Moura. El portugués fue el anterior ganador de un premio Pritzker que este año correspondió al chino Wang Shu, mientras Henning Larsen recibía el Imperiale, Michael Graves el Driehaus, Herman Hertzberger la medalla de oro del RIBA, Steven Holl la del AIA, Studio Mumbai el BSI Swiss Award y Álvaro Siza el León de Oro de una Bienal de Venecia dirigida por David Chipperfield, en cuyo marco se presentó también una instalación —‘Spain mon amour’— que quiso dar cuenta de la crisis hispana.

La crisis fue también el telón de fondo del congreso convocado en Pamplona por la Fundación Arquitectura y Sociedad bajo el lema ‘Lo común’, que propuso poner énfasis en lo colectivo y lo corriente, todo aquello que compartimos, para enfrentarse a una situación que no reclama sólo austeridad, sino también solidaridad. Al cabo, son los vínculos comunitarios los que han de rescatarnos en el naufragio de las naciones, y también los únicos que pueden ofrecer consuelo cuando el capítulo de pérdidas no afecta a trayectorias cumplidas como las del centenario maestro brasileño Óscar Niemeyer, el británico Alan Colquhoun, el alemán Ludwig Leo, el austriaco Gunther Domenig, la italiana Gae Aulenti, el estadounidense Lebbeus Woods, el argentino Jorge Glusberg o los catalanes Joan Bassegoda y Manuel de Solà-Morales, sino que interrumpe las de amigos o colegas en la flor de su edad, como ocurrió este año sombrío en los casos de José María Rodríguez Pastrana, Darío Gazapo o Luis Moreno Mansilla, desaparecidos todos cuando más cabía esperar de su talento. Que la tierra les sea leve, a ellos y a nosotros.

sábado, 27 de diciembre de 2014

#monograficos #arquitectura | AV : monografías 161 | Paulo Mendes da Rocha : 1958-2013


Paulo Mendes da Rocha : 1958-2013 / [director = editor, Luis Fernández Galiano]
Arquitectura Viva, Madrid : 2013
132 p. : fot., planos
Ed. bilingüe español e inglés
En : AV : monografías = monographs, n. 161 (2013)
ISBN 9788461650651
Rocha, Paulo Mendes da, 1928-
Arquitectura -- Siglo XX -- Brasil.
Sbc Aprendizaje A-72(082) *AVM/161
http://millennium.ehu.es/record=b1782409~S1*spi

Pequeño gran hombre / Luis Fernández-Galiano

Paulo Mendes da Rocha es un hombre menudo que ha construido obras colosales. Delicada y brutal, su arquitectura expresa con refinada contundencia las convicciones y sueños de la generación que fue joven en los turbulentos años sesenta del siglo pasado. Atentos a la lógica de la técnica, y fascinados por las proezas estructurales, aquellos jóvenes asumieron también con frecuencia una postura crítica frente a la sociedad industrial, y un compromiso político frente a los poderes establecidos que se manifestó en París, Praga o Ciudad de México, alimentando la resistencia frente a las dictaduras militares de la época en el sur del continente americano. La Escuela Paulista —que protagonizaría junto a Vilanova Artigas— expresaría ese talante con obras de gran atrevimiento estructural y provocación programática, en el empeño por fusionar la aspereza lírica del último Le Corbusier (que inspiraría también las audacias constructivas de Tange o Testa) con la subversión de los límites entre lo íntimo y lo público, y entre ciudad y paisaje.

La levedad titánica de estas construcciones que se abren al ámbito colectivo, colocando la rigurosa geometría de sus formas sobre el orden azaroso de la geografía o la circunstancia urbana, reconcilian en efecto lo doméstico con lo político, pero a la vez reúnen el logro estructural con la minuciosidad del detalle en una síntesis técnica y poética. Esta galaxia oximorónica de oposiciones se expresa de manera elocuente en el contraste entre las diminutas maquetas que emplea el arquitecto para imaginar sus obras y los grandes planos de estructuras que sirven para construirlas, reuniendo la inteligencia del artista con la del ingeniero para conformar invenciones que, como asegura García del Monte, no necesitan materializarse para ser edificios. De hecho, las tres obras que Wisnik destaca como esenciales son difíciles de apreciar en su realidad construida —poco accesible y deteriorado el Gimnasio Paulistano, desaparecido el pabellón de Osaka, y tristemente alterado el Museo de Escultura— y eso en nada modifica su valor intemporal.

Trabajando como siempre desde su destartalado estudio de São Paulo, este creador comprometido con su país y su gente recibió en 2006 el premio Pritzker en los solemnes salones del Palacio de Dolmabahçe, frente al mismo Tayyip Erdogán que estos días se enfrenta a un hervor de protestas populares no muy diferentes de las que sacuden Brasil —en ambos casos motivadas por conflictos urbanos—, y donde el coréografo Erdem Gündüz ha desafiado al régimen permaneciendo inmóvil en la plaza Taksim: sólo un “hombre de pie”. Mendes da Rocha inauguró en Japón su obra más emocionante en 1970, y ese año Arthur Penn estrenó Little Big Man, mostrando con Dustin Hoffman la dignidad del individuo valeroso, el ciudadano de pie que hallamos igual en Estambul o en São Paulo; en la película, el jefe indio Dan George ve frustrados sus deseos de entregarse al Gran Espíritu: «A veces la magia funciona, y a veces no.» El pequeño gran arquitecto brasileño usa también la magia y, funcione o no, continúa de pie.