En: Ondare : cuadernos de Artes plásticas y monumentales, n. 26 (2008), p. 255-275. Monográfico “Revisión del Arte vasco entre 1975-2005”.
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El Concurso Internacional de Anteproyectos de 1984 para el nuevo Cementerio de San Sebastián supuso para Oteiza alcanzar, en esta ciudad, la ecuación mágica ensayada sin éxito en Montevideo treinta años antes con el proyecto de Monumento a Batlle Ordóñez. La colina de Ametzagaña fue el lugar para materializar con los arquitectos Fullaondo, Maíz y Herrada, una Monumentalidad –comprometida- como solución espacial receptiva para residencia del Hombre.
“26 11 41 izarrak alde” es el lema del proyecto de Cementerio que Jorge Oteiza ideó con el arquitecto Juan Daniel Fullaondo y la colaboración de Marta Maíz y Enrique Herrada, también arquitectos, para ser presentado al Concurso Internacional de Anteproyectos convocado en 1984 por el Ayuntamiento de San Sebastián con la idea de construir un nuevo cementerio para la ciudad. El proyecto del futuro equipamiento había sido contemplado ya en el Plan General de Ordenación Urbana de San Sebastián de 1962, y tendría su ubicación en la ladera sur del Monte Ametzagaña, en unos terrenos adquiridos por el municipio en previsión de que el Cementerio de Polloe se colmatara en pocos años y no pudiese, por tanto, asumir la futura demanda de servicios cementeriales.
El nuevo emplazamiento, una colina cercana al Cementerio de Polloe, ocupaba una zona de 20 hectáreas, comprendida entre los barrios de Eguia, Ategorrieta, Intxaurrondo, Alza y Loyola, en un área tipificada como rural que, por sus características y dimensiones, respondía a las expectativas que el Ayuntamiento tenía para el citado equipamiento.
“26 11 41 izarrak alde” es el lema del proyecto de Cementerio que Jorge Oteiza ideó con el arquitecto Juan Daniel Fullaondo y la colaboración de Marta Maíz y Enrique Herrada, también arquitectos, para ser presentado al Concurso Internacional de Anteproyectos convocado en 1984 por el Ayuntamiento de San Sebastián con la idea de construir un nuevo cementerio para la ciudad. El proyecto del futuro equipamiento había sido contemplado ya en el Plan General de Ordenación Urbana de San Sebastián de 1962, y tendría su ubicación en la ladera sur del Monte Ametzagaña, en unos terrenos adquiridos por el municipio en previsión de que el Cementerio de Polloe se colmatara en pocos años y no pudiese, por tanto, asumir la futura demanda de servicios cementeriales.
El nuevo emplazamiento, una colina cercana al Cementerio de Polloe, ocupaba una zona de 20 hectáreas, comprendida entre los barrios de Eguia, Ategorrieta, Intxaurrondo, Alza y Loyola, en un área tipificada como rural que, por sus características y dimensiones, respondía a las expectativas que el Ayuntamiento tenía para el citado equipamiento.
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