Ajuntament de Barcelona, Barcelona : 2015.
Ed. trilingüe (catalán, inglés, español).
Barcelona -- Publicaciones periódicas electrónicas
Ciudades -- Publicaciones periódicas electrónicas
N. 95 (Marzo 2015), El turismo a debate
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El turismo responsable: una carta para navegar
Marc Puig i Guàrdia · Director de Comunicación y Atención Ciudadana
El turismo representa el 15% del PIB de Barcelona. Es un sector tan potente que por fuerza determina la vida de la ciudad. Y lo hace por su carácter transversal. Tanto si es de crucero como de congresos, cultural como deportivo, se ha convertido en una fuente de riqueza que hay que mantener y hacer compatible con la vida ciudadana para que revierta directamente en la calidad de vida de las personas.
En Europa hay dos modelos de ciudad: las capitales imperio (Roma, Londres, Madrid, París) y las burguesas (Milán, Ámsterdam, Múnich, Barcelona). Las ciudades imperiales disponen de avenidas amplias y notan menos la congestión turística. En las burguesas, los centros históricos se colapsan más fácilmente. Desde el Ayuntamiento se trabaja para reforzar la proyección de una imagen de ciudad con un perfil turístico equilibrado y complejo –alejado del simple “sol, playa y fiesta”– y para poner en valor su infinidad de puntos de interés, más allá de los clásicos que le han dado “gloria” y fama. Es lo que hemos llamado ‘descentralización turística’, que permitirá que el sector beneficie a toda la ciudad ayudando a repartir la riqueza generada entre los distritos y barrios y, a la vez, haciendo compatible el turismo con la vida diaria de la ciudadanía.
Se trata de un modelo de turismo responsable y sostenible que se ha concretado en los planes de turismo de distrito y en la campaña para potenciar “las 10 Barcelonas” (los diez distritos). A partir de aquí se han puesto en marcha actuaciones como salvaguardar el Park Güell y los entornos de la Sagrada Familia, potenciar la plaza de las Glòries, dar a conocer nuevas rutas verdes o mejorar la señalización turística para difundir la riqueza cultural de la ciudad. Pero la gestión compleja del turismo no puede ser solo patrimonio de las administraciones. Con el afán de convertirse en un consistorio abierto y transparente, con el que la ciudadanía se implique en la gestión del día a día, el Ayuntamiento organizó hace unas semanas la primera audiencia pública sobre turismo. Por primera vez en democracia, asociaciones, entidades y ciudadanos a título particular pudieron expresar su opinión sobre cómo debe gestionarse el fenómeno en beneficio de todos.
Y, también este año, el gobierno municipal ha impulsado un gran pacto local para la gestión y la promoción de un turismo responsable, que ha iniciado un proceso de participación abierto a entidades de la sociedad civil. Promovido por el Ayuntamiento y Turismo de Barcelona, se ha invitado a instituciones y expertos del sector para definir la estrategia de los próximos años. Del pacto y de las aportaciones de las entidades debe salir una carta para navegar en el futuro.
Actualmente, se expone en el Museo de Historia de Barcelona el fragmento de una carta de navegación del siglo XIV, obra del cartógrafo mallorquín Guillem Soler. Es uno de los primeros mapas de diseño verdaderamente realista. Estas cartografías surgieron y circularon primero en el Mediterráneo, de Génova a Mallorca y de Mallorca a Barcelona, y revolucionaron el modo de concebir el espacio. Cuando llegaron a Barcelona, la cultura catalana no se limitó a reproducir los modelos italianos, sino que los navegantes realizaron un proceso de interiorización para confeccionar un modelo cartográfico propio, que desembocó en el famoso ‘Atles’ catalán de 1375, el mapa cartográfico más importante de la Edad Media, el primero que incorporó la rosa de los vientos y una de las joyas de la Biblioteca Nacional de París.
Pasará lo mismo con el turismo, que se redefinirá si somos capaces de generar una cartografía bien distribuida, sin guetos ni falsos atajos. Hay que conseguir que los espacios o monumentos considerados turísticos sean lugares de auténtica resonancia de cara al exterior, pero que, al mismo tiempo, sean considerados por los barceloneses un espacio propio del que nunca serán expulsados.
En Europa hay dos modelos de ciudad: las capitales imperio (Roma, Londres, Madrid, París) y las burguesas (Milán, Ámsterdam, Múnich, Barcelona). Las ciudades imperiales disponen de avenidas amplias y notan menos la congestión turística. En las burguesas, los centros históricos se colapsan más fácilmente. Desde el Ayuntamiento se trabaja para reforzar la proyección de una imagen de ciudad con un perfil turístico equilibrado y complejo –alejado del simple “sol, playa y fiesta”– y para poner en valor su infinidad de puntos de interés, más allá de los clásicos que le han dado “gloria” y fama. Es lo que hemos llamado ‘descentralización turística’, que permitirá que el sector beneficie a toda la ciudad ayudando a repartir la riqueza generada entre los distritos y barrios y, a la vez, haciendo compatible el turismo con la vida diaria de la ciudadanía.
Se trata de un modelo de turismo responsable y sostenible que se ha concretado en los planes de turismo de distrito y en la campaña para potenciar “las 10 Barcelonas” (los diez distritos). A partir de aquí se han puesto en marcha actuaciones como salvaguardar el Park Güell y los entornos de la Sagrada Familia, potenciar la plaza de las Glòries, dar a conocer nuevas rutas verdes o mejorar la señalización turística para difundir la riqueza cultural de la ciudad. Pero la gestión compleja del turismo no puede ser solo patrimonio de las administraciones. Con el afán de convertirse en un consistorio abierto y transparente, con el que la ciudadanía se implique en la gestión del día a día, el Ayuntamiento organizó hace unas semanas la primera audiencia pública sobre turismo. Por primera vez en democracia, asociaciones, entidades y ciudadanos a título particular pudieron expresar su opinión sobre cómo debe gestionarse el fenómeno en beneficio de todos.
Y, también este año, el gobierno municipal ha impulsado un gran pacto local para la gestión y la promoción de un turismo responsable, que ha iniciado un proceso de participación abierto a entidades de la sociedad civil. Promovido por el Ayuntamiento y Turismo de Barcelona, se ha invitado a instituciones y expertos del sector para definir la estrategia de los próximos años. Del pacto y de las aportaciones de las entidades debe salir una carta para navegar en el futuro.
Actualmente, se expone en el Museo de Historia de Barcelona el fragmento de una carta de navegación del siglo XIV, obra del cartógrafo mallorquín Guillem Soler. Es uno de los primeros mapas de diseño verdaderamente realista. Estas cartografías surgieron y circularon primero en el Mediterráneo, de Génova a Mallorca y de Mallorca a Barcelona, y revolucionaron el modo de concebir el espacio. Cuando llegaron a Barcelona, la cultura catalana no se limitó a reproducir los modelos italianos, sino que los navegantes realizaron un proceso de interiorización para confeccionar un modelo cartográfico propio, que desembocó en el famoso ‘Atles’ catalán de 1375, el mapa cartográfico más importante de la Edad Media, el primero que incorporó la rosa de los vientos y una de las joyas de la Biblioteca Nacional de París.
Pasará lo mismo con el turismo, que se redefinirá si somos capaces de generar una cartografía bien distribuida, sin guetos ni falsos atajos. Hay que conseguir que los espacios o monumentos considerados turísticos sean lugares de auténtica resonancia de cara al exterior, pero que, al mismo tiempo, sean considerados por los barceloneses un espacio propio del que nunca serán expulsados.