Muelle de Uribitarte, [Bilbao] : imp. 2015
186 p. : il.
Colección: Bilbaínos Recuperados ; 28
ISBN 9788494153037
Arquitectos -- Biografias.
Palacio y Elisagüe, Alberto de, 1856-1939
Sbc Aprendizaje A-72PALACIO ALB
http://millennium.ehu.es/record=b1819971~S1*spi
La Fundación Bilbao 700-III Millenium Fundazioa y Muelle de Uribitarte Editores vuelven a unirse para recuperar la lectura y el conocimiento de uno de los bilbaínos más destacados y originales de comienzos del siglo XX, el arquitecto Alberto de Palacio, creador del Puente Colgante entre Portugalete y Areeta (Getxo).
Nacido en la localidad labortana de Sara el 24 de enero de 1856, siendo todavía muy niño se trasladó a vivir a la casa solariega de la familia, en la localidad de Gordexola. Durante la Guerra Carlista, la familia Palacio Elisagüe se refugió en la localidad palentina de Carrión de los Condes y, al poco de terminada la contienda, el joven Alberto, aprovechando su sólida posición económica, se dedicó a conocer mundo, recalando primero como estudiante de arquitectura en Barcelona y trasladándose después a París, donde fue alumno del conocidísimo ingeniero francés Gustave Eiffel, diseñador de la torre que lleva su nombre, verdadero icono internacional de la “ciudad de la luz”.
Alberto de Palacio fue un intelectual inquieto e ilimitado en sus pretensiones, que ha pasado a la historia como uno de los grandes impulsores de la denominada arquitectura del hierro, donde nos legó obras imperecederas, como el Palacio de Velázquez y el Palacio de Cristal, en el Parque del Retiro de Madrid, la Estación de Atocha y, por encima de todo, el puente transbordador de Bizkaia, más conocido como Puente Bizkaia o Puente Colgante, declarado por la UNESCO Patrimonio de la Humanidad en 2006, que tiene la virtud de ser el primer puente de este tipo construido en el mundo y uno de los pocos que todavía permanecen en activo.
De Palacio dejó también numerosos diseños de obras que finalmente no pudieron ser materializadas, como una inmensa galería urbana, al estilo de la conocidísima Galleria Vittorio Emanuele II de Milán, que habría cubierto parte del cauce de la Ría, para conectar en entorno del Teatro Arriaga con la zona de Abando.
De su fecundo genio creativo surgieron varios proyectos para el saneamiento y la perforación de pozos artesianos en Bilbao, el primer sistema de tranvía aéreo minero con vuelco automático de vagonetas, la explotación de la energía de los saltos de agua, proyectos de navegación aérea y experimentó también con el aprovechamiento de la energía solar, eólica y mareomotriz. Alberto de Palacio falleció el 11 de mayo de 1939 en su vivienda de Getxo.
Alberto De Palacio : un soñador de la arquitectura del hierro.
Carlos Bacigalupe | Muelle de Uribitarte Editores
http://muelledeuribitarteeditores.com/publicaciones/alberto-de-palacio/
La figura superlativa de Alberto de Palacio y Elisagüe (Sare, 1856–Bilbao, 1939) protagoniza el presente estudio -cuya resolución oscila entre la biografía y la semblanza, según Josu Montalbán, el autor- explicitado el personaje en su más noble dimensión de creador y hombre inquieto, capaz de llevar adelante empresas inimaginables.
“De complexión vigorosa, un carácter de acero, fuerte contra toda resistencia” -conforme se refería a él La Ilustración Artística en 1893- a este retrato certero podría añadírsele otra característica inmediata, la de que fue un visionario, eso sí, ni loco ni alocado, conforme opina Montalbán.
Este arquitecto, de perfil patricio y amplia mirada, nos legó como obras imperecederas los madrileños palacios del Retiro -Palacio de Velázquez y Palacio de Cristal- y la Estación de Atocha, las tres resueltas junto a otros cualificados profesionales. Aunque en un plano emocional destaca su creación más absoluta: el puente transbordador de Vizcaya, popularmente conocido como Puente Colgante, arco de triunfo, puerta de recibimiento y despedida, expresado su ser en pura metáfora.
Descansan en el mundo de lo inalcanzable los proyectos, algunos colosales, que no se pudieron llevar a cabo, entre otros y por su significado, la erección de un monumento a los Fueros Vascongados.
A su muerte, acontecida recién clausurada la Guerra Civil y después de sufrir encarcelamiento por una pretendida colaboración con Primo de Rivera, el futuro se dispuso ya a hacerle justicia, en tanto su Puente Colgante era un laberinto de hierros retorcidos.
Carlos Bacigalupe | Muelle de Uribitarte Editores
http://muelledeuribitarteeditores.com/publicaciones/alberto-de-palacio/
La figura superlativa de Alberto de Palacio y Elisagüe (Sare, 1856–Bilbao, 1939) protagoniza el presente estudio -cuya resolución oscila entre la biografía y la semblanza, según Josu Montalbán, el autor- explicitado el personaje en su más noble dimensión de creador y hombre inquieto, capaz de llevar adelante empresas inimaginables.
“De complexión vigorosa, un carácter de acero, fuerte contra toda resistencia” -conforme se refería a él La Ilustración Artística en 1893- a este retrato certero podría añadírsele otra característica inmediata, la de que fue un visionario, eso sí, ni loco ni alocado, conforme opina Montalbán.
Este arquitecto, de perfil patricio y amplia mirada, nos legó como obras imperecederas los madrileños palacios del Retiro -Palacio de Velázquez y Palacio de Cristal- y la Estación de Atocha, las tres resueltas junto a otros cualificados profesionales. Aunque en un plano emocional destaca su creación más absoluta: el puente transbordador de Vizcaya, popularmente conocido como Puente Colgante, arco de triunfo, puerta de recibimiento y despedida, expresado su ser en pura metáfora.
Descansan en el mundo de lo inalcanzable los proyectos, algunos colosales, que no se pudieron llevar a cabo, entre otros y por su significado, la erección de un monumento a los Fueros Vascongados.
A su muerte, acontecida recién clausurada la Guerra Civil y después de sufrir encarcelamiento por una pretendida colaboración con Primo de Rivera, el futuro se dispuso ya a hacerle justicia, en tanto su Puente Colgante era un laberinto de hierros retorcidos.
Josu Montalbán: “Alberto de Palacio, un soñador de la arquitectura del hierro”.
Alberto López Echevarrieta | Artes Hoy, 2015-06-25
http://www.arteshoy.com/?p=8857
Calificado como un arquitecto audaz dotado de ideas ilimitadas, Alberto de Palacio ocupa el último número de la colección “Bilbainos recuperados” que ha publicado Muelle de Uribitarte Editores con la colaboración de la Fundación Bilbao 700. La biografía “Alberto de Palacio, un soñador de la arquitectura de hierro” no ha sido fácil de escribir, en palabras de su autor Josu Montabán, porque el personaje da para mucho más que este libro. No es para menos, ya que el personaje fue siempre un hombre de creaciones colosales, como la Estación de Atocha, el Palacio de Velázquez y el Palacio de Cristal, de Madrid, si bien su obra maestra se encuentra sobre la ría de Bilbao, entre las orillas de Portugalete y Las Arenas, y se conoce popularmente como el Puente Colgante, hoy Patrimonio de la Humanidad.
Europeizando Bilbao
El libro, presentado por otro arquitecto, el alcalde de Bilbao Ibón Areso en una de sus últimas actividades públicas, se centra en la obra de un hombre muy singular que vio limitada su creatividad por la falta de respaldo económico, aunque los trabajos que llevó a cabo dan cuenta de la increíble imaginación que poseía. “Su Puente Colgante, coetáneo de la Torre Eiffel –señaló Areso-, es uno de los grandes referentes de la arquitectura vizcaína del siglo XIX y el único en su género que aún está en funcionamiento. Graduado en Barcelona como yo, Palacio dejó pendiente la realización de una galería urbana en Bilbao al estilo de la Galería Víctor Manuel de Milán, para la que era preciso cubrir parte del trazado de la ría a su paso por el centro de la Villa. Un proyecto singular, como singular fue también la vida de este hombre, llena de claros y luces”.
En realidad, la acepción “puente colgante” no le corresponde a esta obra, sino a otro puente que hubo antiguamente en el centro de Bilbao y que, ese sí, era colgante por mantenerse sobre gruesos cables. Dio origen a la famosa canción local que dice “No hay en el mundo / puente colgante / más elegante / que el de Bilbao”. Una riada se lo llevó y el término se lo aplicó el pueblo a la obra de Palacio.
Huyendo del conquistador de El Álamo
Martín Alberto de Palacio y Elissague nació el 2 de enero de 1856 en un pequeño y precioso pueblo del sur de Francia llamado Sara, famoso como su inmediato Zugarramurdi, por sus brujas medievales y porque allí vivió su exilio el ilustre antropólogo, etnólogo y arqueólogo P. José Miguel de Barandiarán, si bien fue concebido en México. “Sus padres, procedentes de la comarca vizcaína de las Encartaciones, huyeron del país centroamericano donde vivían por las severas medidas que puso en práctica el general Antonio López de Santa Anna, documenta el autor. De esta forma recalaron en el sur de Francia donde vivieron en una mansión de un tío de su madre. De allí regresaron a Gordexola, la localidad de origen de la familia, para asentarse finalmente en Portugalete”.
Alberto, como era llamado, estudió en los Jesuitas y luego en Barcelona donde se graduó como arquitecto. Cuando estaba en París perfeccionando sus estudios tuvo contactos con Gustave Eiffel. Tal vez entonces ambos se contagiaron de un espíritu creativo cuyos resultados se verían pronto. El vasco regresó a Bilbao para casarse, si bien su carácter itinerante le llevó siempre de un lado a otro. “Fue un soñador. Entre creativo e imaginativo, apunta su biógrafo. Bastantes proyectos suyos quedaron paralizados en despachos, cuyos ocupantes nunca alcanzaron a imaginar la magnitud de la obra que tenían entre manos”.
Obras son amores
Tres obras de este arquitecto se muestran en Madrid como modélicas: La Estación de Atocha, que superó el término de estación para convertirse en una obra de arte. Hoy es un lugar de ocio de singular belleza, una obra imperecedera. En el Parque del Retiro se alzan esbeltos dos palacios que invitan a soñar, el Palacio de Velázquez y el de Cristal. A pocos metros, el Banco de España, cuyos sótanos se deben a la pericia del arquitecto vizcaino.
“Sin embargo, su obra maestra es el Puente Colgante que comunica la dos orillas de la ría bilbaína. Lo hace de una forma física y también metafórica, ya que une la izquierda, donde estaban las minas y la zona obrera, con la derecha, donde estaba el capital. De Palacio luchó contra muchos enemigos para llevar a cabo este proyecto, sobre todo en su financiación. Acabó saliendo del Consejo de Administración del puente”.
Todos sus proyectos gozaron de extraordinarias dimensiones. Recordamos algunas de las que quedaron pendientes: Un monumento al Sagrado Corazón en lo alto de los montes de Bilbao, otro Sagrado Corazón en el Cerro de los Ángeles, el Monumento a los Fueros Vascongados, el Monumento a Alfonso XIII y un Monumento a Cristóbal Colón en el Retiro en forma de esfera con un volumen de más de cuatro millones de metros cúbicos.
“Él siempre habló de europeizar Bilbao y propuso un plan de higienización de la ría que comprendía también la higienización de los asentamientos obreros, siguiendo el ideario profundamente religioso que poseía”.
Alberto de Palacio vivió la guerra civil en la villa Cristina Etxea, de Getxo. Falleció en mayo de 1939 y dicen que en parte murió de pena al ver cómo quedó su Puente Colgante tras la voladura que se llevó a cabo durante el conflicto bélico. Su cuerpo tuvo que ser transportado en un improvisado puente de gabarras hasta Portugalete, en la otra orilla. Su obra máxima no estuvo disponible para tal ocasión.
ARKIDAT
Alberto de Palacio y Elisagüe
Alberto López Echevarrieta | Artes Hoy, 2015-06-25
http://www.arteshoy.com/?p=8857
Calificado como un arquitecto audaz dotado de ideas ilimitadas, Alberto de Palacio ocupa el último número de la colección “Bilbainos recuperados” que ha publicado Muelle de Uribitarte Editores con la colaboración de la Fundación Bilbao 700. La biografía “Alberto de Palacio, un soñador de la arquitectura de hierro” no ha sido fácil de escribir, en palabras de su autor Josu Montabán, porque el personaje da para mucho más que este libro. No es para menos, ya que el personaje fue siempre un hombre de creaciones colosales, como la Estación de Atocha, el Palacio de Velázquez y el Palacio de Cristal, de Madrid, si bien su obra maestra se encuentra sobre la ría de Bilbao, entre las orillas de Portugalete y Las Arenas, y se conoce popularmente como el Puente Colgante, hoy Patrimonio de la Humanidad.
Europeizando Bilbao
El libro, presentado por otro arquitecto, el alcalde de Bilbao Ibón Areso en una de sus últimas actividades públicas, se centra en la obra de un hombre muy singular que vio limitada su creatividad por la falta de respaldo económico, aunque los trabajos que llevó a cabo dan cuenta de la increíble imaginación que poseía. “Su Puente Colgante, coetáneo de la Torre Eiffel –señaló Areso-, es uno de los grandes referentes de la arquitectura vizcaína del siglo XIX y el único en su género que aún está en funcionamiento. Graduado en Barcelona como yo, Palacio dejó pendiente la realización de una galería urbana en Bilbao al estilo de la Galería Víctor Manuel de Milán, para la que era preciso cubrir parte del trazado de la ría a su paso por el centro de la Villa. Un proyecto singular, como singular fue también la vida de este hombre, llena de claros y luces”.
En realidad, la acepción “puente colgante” no le corresponde a esta obra, sino a otro puente que hubo antiguamente en el centro de Bilbao y que, ese sí, era colgante por mantenerse sobre gruesos cables. Dio origen a la famosa canción local que dice “No hay en el mundo / puente colgante / más elegante / que el de Bilbao”. Una riada se lo llevó y el término se lo aplicó el pueblo a la obra de Palacio.
Huyendo del conquistador de El Álamo
Martín Alberto de Palacio y Elissague nació el 2 de enero de 1856 en un pequeño y precioso pueblo del sur de Francia llamado Sara, famoso como su inmediato Zugarramurdi, por sus brujas medievales y porque allí vivió su exilio el ilustre antropólogo, etnólogo y arqueólogo P. José Miguel de Barandiarán, si bien fue concebido en México. “Sus padres, procedentes de la comarca vizcaína de las Encartaciones, huyeron del país centroamericano donde vivían por las severas medidas que puso en práctica el general Antonio López de Santa Anna, documenta el autor. De esta forma recalaron en el sur de Francia donde vivieron en una mansión de un tío de su madre. De allí regresaron a Gordexola, la localidad de origen de la familia, para asentarse finalmente en Portugalete”.
Alberto, como era llamado, estudió en los Jesuitas y luego en Barcelona donde se graduó como arquitecto. Cuando estaba en París perfeccionando sus estudios tuvo contactos con Gustave Eiffel. Tal vez entonces ambos se contagiaron de un espíritu creativo cuyos resultados se verían pronto. El vasco regresó a Bilbao para casarse, si bien su carácter itinerante le llevó siempre de un lado a otro. “Fue un soñador. Entre creativo e imaginativo, apunta su biógrafo. Bastantes proyectos suyos quedaron paralizados en despachos, cuyos ocupantes nunca alcanzaron a imaginar la magnitud de la obra que tenían entre manos”.
Obras son amores
Tres obras de este arquitecto se muestran en Madrid como modélicas: La Estación de Atocha, que superó el término de estación para convertirse en una obra de arte. Hoy es un lugar de ocio de singular belleza, una obra imperecedera. En el Parque del Retiro se alzan esbeltos dos palacios que invitan a soñar, el Palacio de Velázquez y el de Cristal. A pocos metros, el Banco de España, cuyos sótanos se deben a la pericia del arquitecto vizcaino.
“Sin embargo, su obra maestra es el Puente Colgante que comunica la dos orillas de la ría bilbaína. Lo hace de una forma física y también metafórica, ya que une la izquierda, donde estaban las minas y la zona obrera, con la derecha, donde estaba el capital. De Palacio luchó contra muchos enemigos para llevar a cabo este proyecto, sobre todo en su financiación. Acabó saliendo del Consejo de Administración del puente”.
Todos sus proyectos gozaron de extraordinarias dimensiones. Recordamos algunas de las que quedaron pendientes: Un monumento al Sagrado Corazón en lo alto de los montes de Bilbao, otro Sagrado Corazón en el Cerro de los Ángeles, el Monumento a los Fueros Vascongados, el Monumento a Alfonso XIII y un Monumento a Cristóbal Colón en el Retiro en forma de esfera con un volumen de más de cuatro millones de metros cúbicos.
“Él siempre habló de europeizar Bilbao y propuso un plan de higienización de la ría que comprendía también la higienización de los asentamientos obreros, siguiendo el ideario profundamente religioso que poseía”.
Alberto de Palacio vivió la guerra civil en la villa Cristina Etxea, de Getxo. Falleció en mayo de 1939 y dicen que en parte murió de pena al ver cómo quedó su Puente Colgante tras la voladura que se llevó a cabo durante el conflicto bélico. Su cuerpo tuvo que ser transportado en un improvisado puente de gabarras hasta Portugalete, en la otra orilla. Su obra máxima no estuvo disponible para tal ocasión.
ARKIDAT
Alberto de Palacio y Elisagüe
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