UPV/EHU, [Bilbao] : D.L. 2017
366 p. : il.
Publicado con motivo de la exposición celebrada en Donostia, ETS de Arquitectura de la UPV/EHU, 18 de octubre de 2017 al 19 de enero de 2018.
Textos en euskara y español.
ISBN 9788490827277
Arquitectura -- Siglo XX.
Iñiguez, Manuel, 1948-
Ustarroz, Alberto, 1948-
Sbc Aprendizaje A-72USTARROZ VID
http://millennium.ehu.es/record=b1873692~S1*spi
Hablar de uno mismo con ocasión de esta exposición organizada por nuestra Escuela de Arquitectura de Donostia, apunta inexorablemente a un obligado balance de la propia aventura vital referida a la Arquitectura, ya sea como arquitecto que practica este oficio cuanto como profesor de la misma disciplina. Y ello no es tarea fácil, porque podría uno fácilmente elegir narrarse a sí mismo cayendo en la autocomplacencia benevolente o en la falta de crítica. Quizás la mejor actitud sería aquella que, mientras uno cree hablar de sí mismo, finalmente parece terminar hablando de otro, y de esta distancia sobrevenida se beneficia seguramente el interés del texto resultante, en parte realidad, en parte ficción. - Alberto Ustarroz & Manuel Iñiguez
Iñiguez y Ustarroz, cuatro décadas dedicadas a la arquitectura.
Una exposición de la Escuela Técnica de Donostia recoge los proyectos de los dos profesores.
Alex Zubiria | Noticias de Gipuzkoa, 2017-10-19
http://www.noticiasdegipuzkoa.eus/2017/10/19/ocio-y-cultura/iniguez-y-ustarroz-cuatro-decadas-dedicadas-a-la-arquitectura
La Escuela Técnica Superior de Arquitectura de la Universidad del País Vasco (EHU/UPV) de Donostia homenajea la trayectoria profesional y académica, “muchas veces unida en una sola”, de los arquitectos y profesores del centro Manuel Iñiguez y Alberto Ustarroz, en la exposición ‘Iñiguez &Ustarroz. Vidas y oficios casi paralelos’. Se trata de un repaso a más de 40 años a partir de los dibujos de sus grandes proyectos, que se podrá visitar hasta el 18 de enero, y que reflejan la estrecha relación laboral de los dos arquitectos.
“La exposición no es una muestra de su trayectoria, es su vida”, señaló ayer durante la presentación de la misma Juan José Arrizabalaga, director de la ETS de Arquitectura, ante numerosos alumnos y profesores de la escuela. “Estamos prácticamente ante una autobiografía comentada”, añadió.
El repaso a los trabajos de Iñiguez y Ustarroz se inicia con sus primeras obras, poco después de diplomarse en Iruñea, y abarca incluso las investigaciones realizadas por los dos en sus numerosos viajes. “Son los éxitos y los fracasos de la vida profesional y de la escuela. Muestra todo lo que encuentras cuando excavas en tu vida”, comentó entre risas Iñiguez. No obstante, el arquitecto navarro se mostró agradecido por la exposición: “Es un balance a toda una vida”.
La colección está dividida en dos bloques. Junto a la entrada a la escuela se encuentran los dibujos de todos sus trabajos y diversas maquetas de tamaños diferentes que permiten a cada visitante conocer el estilo de los dos arquitectos. Por otro lado, a lo largo del pasillo principal del centro se pueden observar en modo cronológico los proyectos presentados.
“Los dos hemos vivido esta profesión de forma intensa y espero que eso se refleje”, observó Ustarroz, quien se mostró con fuerzas para continuar trabajando. “Un artista no tiene que hablar de su obra porque la limita, si no que su siguiente trabajo es el que tiene que hablar de él”, afirmó, esperando que este se produzca en breve.
La combinación de las dos personas, “aunque parecen un organismo con dos cabezas”, afirmó el director de la escuela, ha permitido una relación laboral especial de 47 años desde que ambos se conocieran en su formación. “Manuel es la razón, mientras que Alberto es la emoción”, continuó Arrizabalaga, “y el respeto del uno hacia el otro queda patente en cada trabajo”. De este modo, las ideas de Iñiguez se entremezclan en los bocetos de Ustarroz y viceversa, llegando a puntos en común que culminan en los proyectos presentados.
Unir profesión y academia
Los dos arquitectos navarros se licenciaron en el curso 1971-72, y en 1977 recibieron la llamada para ejercer como profesores en la escuela donostiarra que estaba a punto de inaugurarse.
Desde entonces, Iñiguez y Ustarroz han sido maestros del centro, hasta este mismo año en que se jubilarán. Cuarenta años de dedicación académica que como no podía ser de otra manera, también están reflejados en la exposición.
“Nunca hemos separado nuestra faceta arquitectónica de la de profesor, el placer es prácticamente el mismo”, señaló Iñiguez.
Por este motivo, numerosos exalumnos y exprofesores del centro no quisieron perderse la inauguración, y se pasearon por la muestra junto a las miradas de actuales estudiantes de la escuela. “Unir profesión y academia en un mismo escenario permite que no perdamos el significado de la arquitectura”, comentó Matxalen Acasuso, decana del Colegio Oficial de Arquitectos Vasco-Navarro.
Por su parte, el vicerrector del Campus de Gipuzkoa de la UPV/EHU, Agustín Erkizia, puso como ejemplo esta muestra para señalar la relación entre la escuela y la cultura. “Esta va más allá de los libros, está en cada trabajo y proyecto, y la labor de Iñiguez y Ustarroz así lo demuestra”, añadió.
Próximas conferencias
Tras la inauguración de la exposición, los dos protagonistas llevaron a cabo una conferencia sobre los maestros en los que han basado su obra, y continuó con una mesa redonda en la que varias personalidades del sector disertaron sobre su trayectoria.
Esta conmemoración tendrá continuación durante las próximas semanas con tres nuevas conferencias. Mañana el profesor de la Politécnica Federal de Lausana (Suiza) Luca Ortelli analizará a partir de las 11.30 horas la arquitectura de Kay Fisker, y seguido, a las 13.00 horas, el arquitecto Gabriel Ruiz Cabrero hablará sobre la mezquita-catedral de Córdoba.
Por último, el 22 de noviembre el francés Jean-Philippe Garrie acercará la trayectoria de Charles Percier y Pierre Fontaine.
“La exposición no es una muestra de su trayectoria, es su vida”, señaló ayer durante la presentación de la misma Juan José Arrizabalaga, director de la ETS de Arquitectura, ante numerosos alumnos y profesores de la escuela. “Estamos prácticamente ante una autobiografía comentada”, añadió.
El repaso a los trabajos de Iñiguez y Ustarroz se inicia con sus primeras obras, poco después de diplomarse en Iruñea, y abarca incluso las investigaciones realizadas por los dos en sus numerosos viajes. “Son los éxitos y los fracasos de la vida profesional y de la escuela. Muestra todo lo que encuentras cuando excavas en tu vida”, comentó entre risas Iñiguez. No obstante, el arquitecto navarro se mostró agradecido por la exposición: “Es un balance a toda una vida”.
La colección está dividida en dos bloques. Junto a la entrada a la escuela se encuentran los dibujos de todos sus trabajos y diversas maquetas de tamaños diferentes que permiten a cada visitante conocer el estilo de los dos arquitectos. Por otro lado, a lo largo del pasillo principal del centro se pueden observar en modo cronológico los proyectos presentados.
“Los dos hemos vivido esta profesión de forma intensa y espero que eso se refleje”, observó Ustarroz, quien se mostró con fuerzas para continuar trabajando. “Un artista no tiene que hablar de su obra porque la limita, si no que su siguiente trabajo es el que tiene que hablar de él”, afirmó, esperando que este se produzca en breve.
La combinación de las dos personas, “aunque parecen un organismo con dos cabezas”, afirmó el director de la escuela, ha permitido una relación laboral especial de 47 años desde que ambos se conocieran en su formación. “Manuel es la razón, mientras que Alberto es la emoción”, continuó Arrizabalaga, “y el respeto del uno hacia el otro queda patente en cada trabajo”. De este modo, las ideas de Iñiguez se entremezclan en los bocetos de Ustarroz y viceversa, llegando a puntos en común que culminan en los proyectos presentados.
Unir profesión y academia
Los dos arquitectos navarros se licenciaron en el curso 1971-72, y en 1977 recibieron la llamada para ejercer como profesores en la escuela donostiarra que estaba a punto de inaugurarse.
Desde entonces, Iñiguez y Ustarroz han sido maestros del centro, hasta este mismo año en que se jubilarán. Cuarenta años de dedicación académica que como no podía ser de otra manera, también están reflejados en la exposición.
“Nunca hemos separado nuestra faceta arquitectónica de la de profesor, el placer es prácticamente el mismo”, señaló Iñiguez.
Por este motivo, numerosos exalumnos y exprofesores del centro no quisieron perderse la inauguración, y se pasearon por la muestra junto a las miradas de actuales estudiantes de la escuela. “Unir profesión y academia en un mismo escenario permite que no perdamos el significado de la arquitectura”, comentó Matxalen Acasuso, decana del Colegio Oficial de Arquitectos Vasco-Navarro.
Por su parte, el vicerrector del Campus de Gipuzkoa de la UPV/EHU, Agustín Erkizia, puso como ejemplo esta muestra para señalar la relación entre la escuela y la cultura. “Esta va más allá de los libros, está en cada trabajo y proyecto, y la labor de Iñiguez y Ustarroz así lo demuestra”, añadió.
Próximas conferencias
Tras la inauguración de la exposición, los dos protagonistas llevaron a cabo una conferencia sobre los maestros en los que han basado su obra, y continuó con una mesa redonda en la que varias personalidades del sector disertaron sobre su trayectoria.
Esta conmemoración tendrá continuación durante las próximas semanas con tres nuevas conferencias. Mañana el profesor de la Politécnica Federal de Lausana (Suiza) Luca Ortelli analizará a partir de las 11.30 horas la arquitectura de Kay Fisker, y seguido, a las 13.00 horas, el arquitecto Gabriel Ruiz Cabrero hablará sobre la mezquita-catedral de Córdoba.
Por último, el 22 de noviembre el francés Jean-Philippe Garrie acercará la trayectoria de Charles Percier y Pierre Fontaine.
Imagen: El Diario Vasco / Manuel Íñiguez y Alberto Ustarroz |
Manuel Iñiguez y Alberto Ustarroz, profesores de sucesivas generaciones de arquitectos, exponen su obra.
Mitxel Ezquiaga | El Diario Vasco, 2017-11-02
http://www.diariovasco.com/culturas/planos-secretos-maestros-20171102114929-nt.html
Representan el modelo contrario al de «arquitecto estrella», pero sus compañeros y sus alumnos los veneran como dos maestros. O precisamente les admiran por eso: porque Manuel Iñiguez (Pamplona, 1948) y Alberto Ustarroz (Pamplona, 1948) han trabajado discretamente, buscando siempre «obras al servicio de la gente» y no a la mayor grandeza de su ego, y porque se han volcado en la enseñanza. Sus proyectos han salido en The New York Times o formaron parte de exposiciones en el centro Pompidou de París, pero ellos, con humor, dicen que «esos episodios solo fueron nuestros quince minutos warholianos de fama».
Fueron fundadores de la Escuela de Arquitectura de la UPV en Donostia y maestros de sucesivas generaciones de profesionales. Esa misma Escuela acoge ahora una amplia exposición que recoge la trayectoria de dos arquitectos que siempre han trabajado juntos desde que, siendo aún adolescentes, se conocieron con el carboncillo en la mano en una academia de dibujo de Pamplona. La exposición, comisariada por sus exalumnos Imanol Iparraguirre Barbero y Aritz Díez Oronoz, permanecerá abierta en la sede de Ibaeta hasta el mes de enero, y forma parte de la Bienal de Arquitectura que se celebra en San Sebastián.
Recorrer la muestra con Iñiguez y Ustarroz supone una lección de arquitectura tamizada por su ironía. Son autores de proyectos construidos, como el centro de salud y Plaza de la Compañía del centro histórico de Pamplona (1994-98), el restaurante Erreleku en la localidad navarra de Cordobilla (1978) o la iglesia de San Juan de Mata en Salamanca (año 2000), y desde hace años desarrollan la restauración de la muralla de Hondarribia. Pero en la profesión son casi son más conocidos por sus proyectos no construidos y por sus fascinantes dibujos. «Nosotros somos de la época anterior a los ordenadores: nos hemos dejado los ojos en el estudio», dicen estos dos profesionales acostumbrados a la arquitectura a la vieja usanza y viajeros empedernidos.
La razón y la emoción
Llama la atención que sus compañeros de profesión hablen tan bien de su trabajo y de sus talantes. Y no menos curioso resulta el trabajo «a cuatro manos» desde hace décadas. «Nunca nos propusimos explícitamente trabajar juntos, pero empezamos con el primer proyecto, seguimos con otro... y hasta hoy». Dice el director de la Escuela, Juanjo Arrizabalaga, que «Manuel es la razón y Alberto la emoción», y ellos sonríen cuando lo escuchan. Residieron durante años en San Sebastián, ahora viven otra vez en Pamplona y al final de este curso se jubilarán de su trabajo como catedráticos, aunque continuarán vinculados a la universidad.
Son los últimos catedráticos en activo de aquel grupo que puso en macha la Escuela de Arquitectura. «El último consejo de ministros del Gobierno de Calvo-Sotelo, en 1982, aprobó la creación de la Escuela, y lo celebramos por todo lo alto», recuerdan.
Ellos insisten en que su labor docente ha sido «nuestra mejor obra», pero la exposición es la prueba notable de su amplio trabajo, tanto construido como proyectado. Un riguroso catálogo, con colaboraciones de Giorgio Grassi, Miguel Garai o Leon Krier, entre otros, documenta la obra de los dos creadores y reconstruye su itinerante biografía.
Un castillo en Burdeos
Pero para el visitante de la muestra son igual de estimulantes los proyectos no realizados. Como el delicioso proyecto para el Chateau Pichon Longueville-Baron, de Burdeos, un encargo del Centro Pompidou que formó parte de una exposición que itineró por París y numerosos países y fue publicado en el New York Times. También imaginaron una original facultad de Psicología para San Sebastián o un proyecto académico para la isla de Kea.
Son trabajos que muestran la línea clásica, aunque suavemente contemporánea, de dos arquitectos que el año pasado fueron invitados por la Academia Adrianea de Roma para reordenar el área de los Foros Imperiales de Roma. Es el último ejercicio de estilo que cierra una exposición que «es un completo repaso de nuestra obra... y nuestra vida».
La Bienal de Arquitectura, de la que forma parte la muestra, empieza el lunes su semana central en San Sebastián.
Fueron fundadores de la Escuela de Arquitectura de la UPV en Donostia y maestros de sucesivas generaciones de profesionales. Esa misma Escuela acoge ahora una amplia exposición que recoge la trayectoria de dos arquitectos que siempre han trabajado juntos desde que, siendo aún adolescentes, se conocieron con el carboncillo en la mano en una academia de dibujo de Pamplona. La exposición, comisariada por sus exalumnos Imanol Iparraguirre Barbero y Aritz Díez Oronoz, permanecerá abierta en la sede de Ibaeta hasta el mes de enero, y forma parte de la Bienal de Arquitectura que se celebra en San Sebastián.
Recorrer la muestra con Iñiguez y Ustarroz supone una lección de arquitectura tamizada por su ironía. Son autores de proyectos construidos, como el centro de salud y Plaza de la Compañía del centro histórico de Pamplona (1994-98), el restaurante Erreleku en la localidad navarra de Cordobilla (1978) o la iglesia de San Juan de Mata en Salamanca (año 2000), y desde hace años desarrollan la restauración de la muralla de Hondarribia. Pero en la profesión son casi son más conocidos por sus proyectos no construidos y por sus fascinantes dibujos. «Nosotros somos de la época anterior a los ordenadores: nos hemos dejado los ojos en el estudio», dicen estos dos profesionales acostumbrados a la arquitectura a la vieja usanza y viajeros empedernidos.
La razón y la emoción
Llama la atención que sus compañeros de profesión hablen tan bien de su trabajo y de sus talantes. Y no menos curioso resulta el trabajo «a cuatro manos» desde hace décadas. «Nunca nos propusimos explícitamente trabajar juntos, pero empezamos con el primer proyecto, seguimos con otro... y hasta hoy». Dice el director de la Escuela, Juanjo Arrizabalaga, que «Manuel es la razón y Alberto la emoción», y ellos sonríen cuando lo escuchan. Residieron durante años en San Sebastián, ahora viven otra vez en Pamplona y al final de este curso se jubilarán de su trabajo como catedráticos, aunque continuarán vinculados a la universidad.
Son los últimos catedráticos en activo de aquel grupo que puso en macha la Escuela de Arquitectura. «El último consejo de ministros del Gobierno de Calvo-Sotelo, en 1982, aprobó la creación de la Escuela, y lo celebramos por todo lo alto», recuerdan.
Ellos insisten en que su labor docente ha sido «nuestra mejor obra», pero la exposición es la prueba notable de su amplio trabajo, tanto construido como proyectado. Un riguroso catálogo, con colaboraciones de Giorgio Grassi, Miguel Garai o Leon Krier, entre otros, documenta la obra de los dos creadores y reconstruye su itinerante biografía.
Un castillo en Burdeos
Pero para el visitante de la muestra son igual de estimulantes los proyectos no realizados. Como el delicioso proyecto para el Chateau Pichon Longueville-Baron, de Burdeos, un encargo del Centro Pompidou que formó parte de una exposición que itineró por París y numerosos países y fue publicado en el New York Times. También imaginaron una original facultad de Psicología para San Sebastián o un proyecto académico para la isla de Kea.
Son trabajos que muestran la línea clásica, aunque suavemente contemporánea, de dos arquitectos que el año pasado fueron invitados por la Academia Adrianea de Roma para reordenar el área de los Foros Imperiales de Roma. Es el último ejercicio de estilo que cierra una exposición que «es un completo repaso de nuestra obra... y nuestra vida».
La Bienal de Arquitectura, de la que forma parte la muestra, empieza el lunes su semana central en San Sebastián.
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