miércoles, 9 de octubre de 2013

#libros #arquitectura | DCA 2 | La arquitectura de la comunidad : la modernidad tradicional y la ecología del urbanismo

La arquitectura de la comunidad : la modernidad tradicional y la ecología del urbanismo / Leon Krier ; prólogos, Javier Cenicacelaya, Robert Stern ; entrevista Alejandro García-Hermida, David Rivera ; epílogo Helena Iglesias ; traducción Irene Pérez-Porro ; edición Jorge Sanz.
Reverté [etc.], Barcelona [etc.] : 2013
488 p. : il. bl y n, planos, fot.
Colección: Documentos de Composición Arquitectónica ; 2
ISBN 9788429123029
Sbc Aprendizaje A-711.4:504 ARQ

Este libro es una exposición completa de las ideas de Leon Krier sobre cuáles son las claves arquitectónicas y urbanísticas de los asentamientos humanos más logrados: unos núcleos urbanos a escala humana adaptados a su ubicación y a sus condiciones naturales y culturales. Krier propugna la racionalidad y modernidad del urbanismo y la arquitectura tradicionales, proponiendo multiplicar las intervenciones a pequeña y mediana escala, y recuperar la tecnología constructiva artesanal. El libro incluye también información inédita sobre sus proyectos más recientes: el conjunto urbano de Cayalá, en Guatemala, y la remodelación de Tor Bella Monaca, un barrio periférico degradado que pretende ser un proyecto piloto para la reordenación de Roma como una metrópolis policéntrica.

[Prólogo] Por un urbanismo más humano
Javier Cenicacelaya


El mundo se asoma al nuevo milenio con grandes incertidumbres y preocupaciones, contando con el espectacular desarrollo científico y tecnológico de las últimas décadas. Si bien el avance de la ciencia ha mejorado el bienestar material de las personas, cuando hoy la población del planeta es ya casi totalmente urbana, ¿podemos afirmar lo mismo en el caso de las ciudades? Desgraciadamente, las ciudades han crecido sin producir espacios urbanos de calidad, sin humanidad y sin belleza; se han desbordado en extensos y desarticulados barrios suburbanos (suburbs), mal atendidos y muy dependientes del automóvil para su supervivencia cotidiana. Asistimos a una situación insostenible en la que no sólo está ausente esa idea de belleza, de calidad de los espacios, sino la misma idea de comunidad, y fundamentalmente la posibilidad de poder mantener este estatus.

Leon Krier, uno de los urbanistas más importantes del siglo xx y de la actualidad, viene señalando esta situación desde hace más de cuarenta años, desde los inicios de su actividad como arquitecto, urbanista y escritor. Pocos, muy pocos, han sido los autores que han denunciado con más claridad los excesos de un crecimiento urbano ajeno a cualquier idea de creación de un lugar, una comunidad, o un ambiente bello y de calidad. Cuando los críticos a Leon Krier se limitaban, en el mejor de los casos, a afirmar que la realidad es muy compleja –mientras el río crecía y se desbordaba, y se producía una devastación medioambiental sin precedentes en la historia–, Leon Krier proponía soluciones, advertía de las consecuencias de cerrar los ojos a la evidencia y, en suma, tenía –como ha tenido siempre– el coraje y el valor de llamar a las cosas por su nombre.

Y cuando esos críticos biempensantes contemplaban desde sus torres de marfil la gran inundación, otros, más desvergonzados, defendían propuestas arquitectónicas y urbanas completamente autistas con respecto a su contexto, o megalómanas construcciones para exaltar el ego de sus creadores o de sus clientes, con la única obsesión de estar a la moda y quedar bien con el que mandaba.

En las últimas décadas, el mundo ha asistido atónito a una creciente vulgarización de las áreas suburbanas, en los que ha primado exclusivamente la especulación; ha asistido a un desfile de obras extravagantes sin otra finalidad que llamar la atención; el mundo ha sido testigo del modus operandi de una sociedad sin valores, sin orientación y cada vez más enajenada, una sociedad que en muchos lugares ha naufragado o está ya a punto de hacerlo.

Los restos del naufragio son estos suburbios insostenibles, carentes de humanidad, sin identidad, sin belleza y sin la categoría de ser auténticos lugares.

Esta obra de Leon Krier recoge, en una publicación manejable, el conjunto de sus ideas sobre arquitectura y urbanismo, con muchos ejemplos de aplicaciones prácticas en sus proyectos y en su obra construida. Es un libro fruto de su amplia experiencia, desarrollada a lo largo de su vida, sobre cómo se hace un lugar, cómo se crea un barrio, cómo debe ser la arquitectura y la ciudad. Krier afirma: «Por consiguiente, construyamos de manera tal que aquellos que nos son queridos –incluidos nosotros– usen nuestros edificios, los aprecien, y vivan, trabajen, disfruten sus vacaciones y envejezcan en ellos con placer.» En otras palabras: ¿es legítimo condenar a los demás a vivir, trabajar o envejecer en lugares construidos por quienes jamás desearían ir a esos mismos lugares?

Desde siempre, Leon Krier ha mostrado con escritos y dibujos la manera de crear un lugar. Sus proyectos muestran cómo debe ser el urbanismo más humano y de calidad; cómo volver a recuperar la ciudad de siempre, la que tanto satisface al hombre contemporáneo, con elementos urbanos como la calle, la plaza, las manzanas residenciales, los monumentos y los diferentes usos dispersos en la fábrica urbana. Krier ha mostrado cómo hacer que la ciudad pueda recorrerse a pie, y cómo debe crecer, generando ciudades yuxtapuestas, o ciudades dentro de la ciudad; siempre ha recomendado una arquitectura discreta y bella que recupere elementos que forman la memoria histórica de la arquitectura y, cómo no, de la misma civilización; ha aconsejado aprender de la sabiduría popular, de la arquitectura vernácula y de cada lugar, y permanecer atento a las singularidades de cada sitio: a su clima, topografía, cultura, etcétera; ha aconsejado recurrir al sentido común, a la experiencia, a la herencia que ha demostrado, tras siglos de empirismo, su validez para afrontar los problemas.

En realidad, las ideas de Krier contradicen frontalmente las tesis del urbanismo moderno que ha producido esa terrible miseria de entornos degradantes, auténticas cárceles y espacios indignos de la persona. El devenir de los acontecimientos ha dado la razón a Krier; los críticos que atacaban sus tesis se suman hoy a quienes desde siempre han defendido el urbanismo tradicional y la importancia de vivir en ámbitos de calidad. Porque el mundo –como señalaba al inicio– se asoma al nuevo milenio con grandes incertidumbres. ¿Qué va a suceder con el cambio climático? ¿Cómo han de ser las ciudades para mitigar las consecuencias de ese cambio que ya está teniendo lugar? ¿Qué va a suceder en la inminente era post-petróleo? ¿Puede aquel urbanismo moderno –responsable de las extensas áreas suburbanas, de la dependencia del automóvil, de la zonificación de usos, etcétera– resistir el embate de estas crisis que se avecinan?

Para quienes tenemos el honor de contar con su amistad desde hace años, Leon es, por encima de todo, una persona que valora la integridad, la lealtad, la honradez y, en suma, la verdad de las cosas. Por ello considero muy interesante tener la oportunidad de poder acceder a este libro en nuestro propio idioma. Con los valores y alternativas que en el mismo se proponen, estaremos sin duda mejor preparados para afrontar esos retos que ya aparecen en el horizonte.

ENLACES
Reverté | La arquitectura de la comunidad

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