UPC, Barcelona : 2013
139 p. : il. bl. y n.
Colección: DPA, Documents de Projectes d'Arquitectura ; 30.
Arquitectura colonial -- Brasil.
Arquitectura -- Siglo XX -- Brasil.
Sbc Aprendizaje A-72.038(81) ARQ
http://millennium.ehu.es/record=b1782885~S1*spi
TEXTO COMPLETO | UPC
http://revista.dpa.upc.edu/ARCHIVO/DPA30/dpa30.html
TEXTO COMPLETO | UPCommons
http://upcommons.upc.edu/revistes/handle/2099/14407
A finales de los años 50 y tras una época de poca actividad
profesional, un importante núcleo de arquitectos liderados por Joâo Vilanova
Artigas (Curitiba, 1915-1985), entre los que se encontraban figuras como Rino
Levi (São Paulo, 1901-1965), Lina Bo Bardi (Roma, 1914-1992) o Paulo Mendes da
Rocha (Vitória, 1928), sentaron las bases de una arquitectura que hoy
reconocemos bajo el término de “Escuela Paulista”.
El carácter específico de la imponente geografía americana, en conjunción con la situación social y política por las que atravesaba Brasil por aquellas fechas, propician la articulación de un nuevo diálogo espacial entre la arquitectura y el territorio que, pese a reconocer su íntima pertenencia al lugar, no renuncia al lenguaje moderno de sus referentes. La arquitectura paulista produce así una obra de una gran unidad y expresividad formal, caracterizada por la elementalidad de su geometría y su abstracción.
La disposición de estas contundentes volumetrías sobre el paisaje exige una previa manipulación topográfica del lugar. Es en estos espacios, a la vez abiertos y resguardados, donde el ser humano se pone en relación con el paisaje que le rodea. Sin embargo, la sencillez geométrica de los volúmenes exteriores contrasta con la complejidad espacial de sus vacíos interiores. Este inherente carácter dicotómico entre interior y exterior no impide que la obra en su conjunto se conforme en una suerte de umbral donde el límite entre lo interior y lo exterior queda desdibujado.
La voluntad de poner en relación a estas rotundas volumetrías con las vastas dimensiones del paisaje obliga a desarrollar audaces soluciones estructurales. La arquitectura paulista encuentra en esta fuerte componente técnica de carácter casi ingenieril, una seña de identidad propia que le permite distinguirse de la arquitectura brasileña en general y de la arquitectura carioca en particular, heredera de los principios neoclásicos de las escuelas de Bellas Artes francesas.
Unas veces por medio del análisis de obras concretas, otras a través de reflexiones de carácter más general, los artículos del presente número 30 de la revista DPA abordan aquellos aspectos que definen la estructura espacial de la arquitectura paulista, huyendo expresamente de los temas que, de manera recurrente, se tratan en publicaciones de temática análoga.
El carácter específico de la imponente geografía americana, en conjunción con la situación social y política por las que atravesaba Brasil por aquellas fechas, propician la articulación de un nuevo diálogo espacial entre la arquitectura y el territorio que, pese a reconocer su íntima pertenencia al lugar, no renuncia al lenguaje moderno de sus referentes. La arquitectura paulista produce así una obra de una gran unidad y expresividad formal, caracterizada por la elementalidad de su geometría y su abstracción.
La disposición de estas contundentes volumetrías sobre el paisaje exige una previa manipulación topográfica del lugar. Es en estos espacios, a la vez abiertos y resguardados, donde el ser humano se pone en relación con el paisaje que le rodea. Sin embargo, la sencillez geométrica de los volúmenes exteriores contrasta con la complejidad espacial de sus vacíos interiores. Este inherente carácter dicotómico entre interior y exterior no impide que la obra en su conjunto se conforme en una suerte de umbral donde el límite entre lo interior y lo exterior queda desdibujado.
La voluntad de poner en relación a estas rotundas volumetrías con las vastas dimensiones del paisaje obliga a desarrollar audaces soluciones estructurales. La arquitectura paulista encuentra en esta fuerte componente técnica de carácter casi ingenieril, una seña de identidad propia que le permite distinguirse de la arquitectura brasileña en general y de la arquitectura carioca en particular, heredera de los principios neoclásicos de las escuelas de Bellas Artes francesas.
Unas veces por medio del análisis de obras concretas, otras a través de reflexiones de carácter más general, los artículos del presente número 30 de la revista DPA abordan aquellos aspectos que definen la estructura espacial de la arquitectura paulista, huyendo expresamente de los temas que, de manera recurrente, se tratan en publicaciones de temática análoga.
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