En: Catalan Review, v. XVIII, n. 1-2 (1998), p. 209-221
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La reciente evolución histórica
Reenfocar la condición de la arquitectura en la Cataluña actual, mostrando la eclosión de una nueva generación de arquitectos jóvenes, nos lleva, en primer lugar, a reconstruir una genealogía reciente de la modernidad. Estamos en otro momento clave que puede definir un nuevo período y dar protagonismo a una nueva generación. Para llegar a explicar la actual situación, podemos considerar que han existido cinco períodos previos.
Entre 1951 y 1961 se produjo la eclosión y consolidación de la arquitectura moderna en Cataluña, intentando recuperar y continuar el momento efímero de las vanguardias del GATCPAC (Grupo de Arquitectos y Técnicos Catalanes por el Progreso de la Arquitectura Contemporánea), a través de una obra atenta a la realidad y a las necesidades de los usuarios. Estos años cubren la vigencia del Grup R y las primeras obras emblemáticas de Josep Maria Sostres, Antoni de Moragas, Francisco Javier Barba Corsini y, especialmente, José Antonio Coderch, quien realizó entonces sus dos obras maestras: la casa Ugalde (Caldes d'Estrach, 1951-52) y las viviendas en la Barceloneta (Barcelona, 1953).
Esta eclosión de una arquitectura moderna en Cataluña coincide con la consolidación de grupos de pintores vanguardistas, como Dau al Set y Antoni Tàpies, pintor para el cual Coderch proyectó, precisamente, su casa estudio en la calle Zaragoza de Barcelona (1960). Como en otras latitudes, las vanguardias de este momento entendían que parte de su misión radicaba en la necesaria labor pedagógica para introducir la arquitectura moderna en el imaginario de la sociedad; para ello eran imprescindibles las exposiciones explicativas y divulgativas de su ideario.
El período 1961-71 fue caracterizado por Oriol Bohigas, que había sido ya uno de los jóvenes miembros del Grup R, en su artículo de 1969 como "la Escuela de Barcelona". Con ello situó la arquitectura en relación a otros movimientos artísticos en Cataluña de nombre similar, marcados por el realismo o por la experimentación conceptual: en la literatura, tal y como ha estudiado Carme Riera en su libro ‘La Escuela de Barcelona’, en el cine (Esteva, Jordà, Duran, Nunes, Portabella), o en la pintura (Hernández Pijoan, Subirachs, Guinovart). En aquellos años se realizan las obras caracterizadoras de Martorell-Bohigas-Mackay, Correa-Mila, Lluís Cantallops, Sabater-Domènech-Puig-Sanmartí y otras. Son siempre obras de tamaño medio y de promoción privada en las que se utiliza un método compositivo en el que el todo se define a través de las partes, los detalles, y la pequeña escala; se utiliza la lógica constructiva del trabajo artesanal, recurriendo preferentemente al ladrillo y la cerámica; se puso énfasis en la escala doméstica de los espacios intermedios, tales como accesos, patios y escaleras de vecinos; y, en definitiva, se asume el compromiso social de la responsabilidad pedagógica y comunicativa de la arquitectura. De la misma manera que en los años 50 los arquitectos mas racionalistas, anónimos y "miesianos" (i.e. de Mies van der Rohe) quedaron al margen del Grup R, en los años 60 la elegante corriente "high-tech" y "miesiana" de Enric Tous y Josep Maria Fargas ajena al populismo y realismo de la Escuela de Barcelona fue anatemizada por ésta.
Fue en el período de la transición democrática, entre 1971 y 1978, época de múltiples cambios, en el que también la arquitectura catalana se transformó drásticamente y cuando la pretendida unidad de la Escuela de Barcelona se dispersó definitivamente. Sin embargo, en 1977, Oriol Bohigas intentó caracterizar como "Escuela de Barcelona II'' un panorama diversificado y atomizado en el que cuatro firmas de arquitectos destacaban a través de trayectorias autónomas con obras de una intensidad conceptual y urbana única: Esteve Bonell, con el edificio Frégoli (Barcelona, 1972-75); Lluís Clotet y Óscar Tusquets del Studio PER, con la casa Fullà (Barcelona, 1967-71); el inicio conceptual de Albert Viaplana y Helio Piñón, junto a Gabriel Mora, en obras como la casa Jiménez de Parga en La Garriga (1976); y el Taller de Arquitectura dirigido por Ricardo Bofill, con obras maduras como Walden 7 (Sant Just Desvern, 1970-75). […]
Entre 1951 y 1961 se produjo la eclosión y consolidación de la arquitectura moderna en Cataluña, intentando recuperar y continuar el momento efímero de las vanguardias del GATCPAC (Grupo de Arquitectos y Técnicos Catalanes por el Progreso de la Arquitectura Contemporánea), a través de una obra atenta a la realidad y a las necesidades de los usuarios. Estos años cubren la vigencia del Grup R y las primeras obras emblemáticas de Josep Maria Sostres, Antoni de Moragas, Francisco Javier Barba Corsini y, especialmente, José Antonio Coderch, quien realizó entonces sus dos obras maestras: la casa Ugalde (Caldes d'Estrach, 1951-52) y las viviendas en la Barceloneta (Barcelona, 1953).
Esta eclosión de una arquitectura moderna en Cataluña coincide con la consolidación de grupos de pintores vanguardistas, como Dau al Set y Antoni Tàpies, pintor para el cual Coderch proyectó, precisamente, su casa estudio en la calle Zaragoza de Barcelona (1960). Como en otras latitudes, las vanguardias de este momento entendían que parte de su misión radicaba en la necesaria labor pedagógica para introducir la arquitectura moderna en el imaginario de la sociedad; para ello eran imprescindibles las exposiciones explicativas y divulgativas de su ideario.
El período 1961-71 fue caracterizado por Oriol Bohigas, que había sido ya uno de los jóvenes miembros del Grup R, en su artículo de 1969 como "la Escuela de Barcelona". Con ello situó la arquitectura en relación a otros movimientos artísticos en Cataluña de nombre similar, marcados por el realismo o por la experimentación conceptual: en la literatura, tal y como ha estudiado Carme Riera en su libro ‘La Escuela de Barcelona’, en el cine (Esteva, Jordà, Duran, Nunes, Portabella), o en la pintura (Hernández Pijoan, Subirachs, Guinovart). En aquellos años se realizan las obras caracterizadoras de Martorell-Bohigas-Mackay, Correa-Mila, Lluís Cantallops, Sabater-Domènech-Puig-Sanmartí y otras. Son siempre obras de tamaño medio y de promoción privada en las que se utiliza un método compositivo en el que el todo se define a través de las partes, los detalles, y la pequeña escala; se utiliza la lógica constructiva del trabajo artesanal, recurriendo preferentemente al ladrillo y la cerámica; se puso énfasis en la escala doméstica de los espacios intermedios, tales como accesos, patios y escaleras de vecinos; y, en definitiva, se asume el compromiso social de la responsabilidad pedagógica y comunicativa de la arquitectura. De la misma manera que en los años 50 los arquitectos mas racionalistas, anónimos y "miesianos" (i.e. de Mies van der Rohe) quedaron al margen del Grup R, en los años 60 la elegante corriente "high-tech" y "miesiana" de Enric Tous y Josep Maria Fargas ajena al populismo y realismo de la Escuela de Barcelona fue anatemizada por ésta.
Fue en el período de la transición democrática, entre 1971 y 1978, época de múltiples cambios, en el que también la arquitectura catalana se transformó drásticamente y cuando la pretendida unidad de la Escuela de Barcelona se dispersó definitivamente. Sin embargo, en 1977, Oriol Bohigas intentó caracterizar como "Escuela de Barcelona II'' un panorama diversificado y atomizado en el que cuatro firmas de arquitectos destacaban a través de trayectorias autónomas con obras de una intensidad conceptual y urbana única: Esteve Bonell, con el edificio Frégoli (Barcelona, 1972-75); Lluís Clotet y Óscar Tusquets del Studio PER, con la casa Fullà (Barcelona, 1967-71); el inicio conceptual de Albert Viaplana y Helio Piñón, junto a Gabriel Mora, en obras como la casa Jiménez de Parga en La Garriga (1976); y el Taller de Arquitectura dirigido por Ricardo Bofill, con obras maduras como Walden 7 (Sant Just Desvern, 1970-75). […]
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