Valencia : Colegio Territorial de Arquitectos de Valencia, 2011.
145 p. : il.
Serie: Manuales de urbanismo ; 9.
ISBN 9788486828912
/ ES / Libros / Espacios públicos / Urbanismo
ehuBiblioteka BCG A-712.25 GUI
https://ehu.on.worldcat.org/oclc/782893428
[.es] ¿Cómo debe ser un espacio público en el Siglo XXI? ¿Existe aún el proyecto de espacio público, sigue siendo pertinente y teniendo oportunidades después de tantos errores cometidos a lo largo de los últimos 50 años? Éstas y otras preguntas son las que se plantea de partida esta Guía básica, que es a la vez un manual de diseño y una toma de partido.
El Colegio Territorial de Arquitectos de Valencia publica una colección denominada “Manuales de Urbanismo” (lo cual en estos tiempos que corren es bastante meritorio) que cuenta con algunos títulos interesantes y que deberían tener una difusión más importante que la puramente local entre sus colegiados. A pesar de que el urbanismo y el planeamiento urbanístico han ido tomando derroteros aparentemente divergentes en las distintas comunidades autónomas por los avatares propios de nuestra Constitución, y que pudiera parecer que lo aplicable en este ámbito en Valencia no lo es en Extremadura, sin embargo existen temas que sobrepasan las fronteras, no sólo entre Comunidades sino entre países o, incluso, entre continentes. Es comprensible que títulos como ‘Guía básica para la redacción de estudios de detalle en el ámbito local de la Comunidad Valenciana’ o ‘Guía básica para la redacción y gestión del proyecto de reparcelación’ (dos de los últimos publicados) no pretendan una difusión muy amplia ya que tratan temas locales. Aún así tienen bastante interés para los profesionales y, sobre todo los estudiosos, de otros sitios. Sin embargo, el libro que comento hoy, ‘Guía básica para el diseño de espacios públicos urbanos. Criterios y recomendaciones’, de Andrés Martínez, entiendo que tiene un interés que rebasa el ámbito del Colegio Territorial de Arquitectos de Valencia.
Para aquellos que estamos en este mundo del urbanismo es de sobra conocida la publicación titulada ‘Guía de diseño urbano’ de la que son autores Martínez Sarandeses, Herrero y Medina, publicada por el Ministerio de Fomento en el año 1999 y que sirvió de manual de diseño urbano en diferentes escuelas de arquitectura españolas (por cierto, heredera de otra publicada por el MOPU en 1990). Pudiera parecer que esta otra Guía de Andrés Martínez iba a ser una especie de ‘revival’ de la anterior. Nada más lejos de la realidad. Por supuesto que le debe muchas cosas (al fin y al cabo Andrés Martínez no sólo es hijo sino también discípulo de José Martínez Sarandeses) pero se diferencia de forma bastante notoria. El propio Andrés lo explica en la “Introducción” cuando habla de que la situación en estos últimos diez años ha cambiado de forma notable y ha establecido nuevos retos y prioridades. En concreto habla de dos. La primera es la del funcionamiento en red de los espacios libres, singularmente de los llamados “verdes”, y la segunda la consideración disciplinar del proyecto del espacio público como un elemento singular y diferenciado. Aunque la segunda podría ser discutible, por lo menos su novedad o su consideración prioritaria, la primera es bastante clara. Y no afecta sólo a este país sino que, en general, es un clamor europeo (en estos momentos estoy codirigiendo con un profesor de la universidad de Palermo un tesis doctoral que trata precisamente de este tema en Italia y España en el contexto de la Unión Europea).
La Guía tiene una estructura clara y práctica. Aparece dividida en tres partes. Una primera introductoria, donde se analizan algunas cuestiones aparentemente de vocabulario como, por ejemplo, el alcance del término “espacio público”. Pero que, en el fondo, replantea la tradicional división entre “lo público” y “lo privado” con las nuevas formas mixtas de organización y la introducción del espacio digital. Tan sólo son pinceladas (el tema es muy complejo y multidisciplinar como tuve ocasión de ver en el encargo del Ministerio de Vivienda que dio lugar al libro ‘Los nuevos espacios públicos y la vivienda en el siglo XXI’ y del que soy editor) pero imprescindibles para dar paso a la segunda parte: “Una visión contemporánea”. En esta parte se analiza la cuestión de las escalas y las relaciones entre el espacio público, el privado y la estructura urbana. Todos ellos temas apasionantes que darían lugar a bastantes discusiones pero en los que Andrés tiene la virtud de posicionarse con bastante claridad. Particularmente polémico es su planteamiento del barrio como unidad de diseño, sobre todo porque puede entrar en contradicción con la consideración de los espacios libres como una red y, todavía más, como una auténtica infraestructura. Es verdad que, en el urbanismo, es la escala más cómoda para un arquitecto. Y que es la básica si se entienden los espacios libres como una especie de “equipamiento”, pero es discutible en estos momentos si se trasciende la misión tradicional de los espacios libres. En cualquier caso su planteamiento se basa en argumentos sólidos y tiene la virtud de poner en negro sobre blanco uno de los aspectos actualmente más controvertidos del tema.
La tercera parte, que ocupa la mitad del libro, es la auténtica Guía. Se llama “Diseñando espacios públicos urbanos” y aborda los tipos de espacios públicos haciendo un capítulo aparte para la calle, y luego: el suelo, la vegetación y otros elementos tales como el mobiliario, los quioscos o las paradas del transporte público. Se completa con un anexo que incluye la normativa de aplicación (en la comunidad valenciana) en materia de accesibilidad en espacios públicos, reproduciendo en anexo de la orden VIV/561/2010 del Ministerio de Vivienda español y el de la Orden 09/06/2004 de la Conselleria de Territorio y Vivienda de la Comunidad de Valencia. Esta tercera parte está repleta de fotografías ilustrativas, dibujos y esquemas que enriquecen notablemente la publicación. Personalmente me ha interesado el epígrafe en el que se pregunta sobre el “tipo de verde a plantar”. El hecho de que comience el apartado “Verde… o marrón;” ya puede dar una idea de la forma en que aborda el autor el tema. También aquí su postura es bastante clara a favor del “reverdecimiento” de la ciudad. Postura que está en línea con los más recientes informes psicológicos, médicos y sociólogos, relativos a la necesidad de introducir la naturaleza en la ciudad. La frase “Plazas duras sí, pero nunca porque sea imposible una plaza blanda”, que aparece como pie en la foto correspondiente a la plaza situada frente a la estación de Sans en Barcelona, explica en pocas palabras el hecho de que, técnicamente, estamos en condiciones de “reverdecer” casi cualquier superficie.
En resumen, alegría doble. Por una parte que el Colegio Territorial de Arquitectos de Valencia se haya metido en la aventura de editar una serie de publicaciones de urbanismo. Incluso que la primera lleve por título ‘Guía básica para la elaboración de estudios de impacto ambiental de los instrumentos de ordenación territorial’, indicativo de un tema aparentemente alejado del quehacer profesional del arquitecto. Ya va siendo hora de que los arquitectos sean conscientes de que existen campos en los que su preparación enfocada al proyecto de ingeniería, y a la estética y el arte puede ayudar de forma determinante al trabajo de equipos multidisciplinares formados para trabajar en temas como el planeamiento y diseño urbano, el paisaje, la decoración, el mobiliario, o la ordenación del territorio. La otra alegría, claro está, es la aparición de este libro en concreto. No abundan las guías, como esta, que ofrecen recomendaciones para el diseño de nuestros espacios públicos. Y menos que aborden el tema desde una perspectiva actual. Esto no impide negar de donde venimos. La última fotografía del libro reproduce la calle del Mercado, Zaragoza, año 1865, en la que se ve como las viviendas se vuelcan a ese (entonces sí) auténtico espacio público y que es un resumen perfecto de lo escrito. Al pie se puede leer: “La calle es una buena síntesis del mundo”. Pienso que es un libro de lectura recomendable, no sólo para los arquitectos valencianos, sino para estudiantes y profesionales de cualquier lugar que tienen que enfrentarse al diseño de calles, plazas y parques, en este segundo decenio del siglo XXI en que ya hemos entrado. – José Fariña Tojo
El Colegio Territorial de Arquitectos de Valencia publica una colección denominada “Manuales de Urbanismo” (lo cual en estos tiempos que corren es bastante meritorio) que cuenta con algunos títulos interesantes y que deberían tener una difusión más importante que la puramente local entre sus colegiados. A pesar de que el urbanismo y el planeamiento urbanístico han ido tomando derroteros aparentemente divergentes en las distintas comunidades autónomas por los avatares propios de nuestra Constitución, y que pudiera parecer que lo aplicable en este ámbito en Valencia no lo es en Extremadura, sin embargo existen temas que sobrepasan las fronteras, no sólo entre Comunidades sino entre países o, incluso, entre continentes. Es comprensible que títulos como ‘Guía básica para la redacción de estudios de detalle en el ámbito local de la Comunidad Valenciana’ o ‘Guía básica para la redacción y gestión del proyecto de reparcelación’ (dos de los últimos publicados) no pretendan una difusión muy amplia ya que tratan temas locales. Aún así tienen bastante interés para los profesionales y, sobre todo los estudiosos, de otros sitios. Sin embargo, el libro que comento hoy, ‘Guía básica para el diseño de espacios públicos urbanos. Criterios y recomendaciones’, de Andrés Martínez, entiendo que tiene un interés que rebasa el ámbito del Colegio Territorial de Arquitectos de Valencia.
Para aquellos que estamos en este mundo del urbanismo es de sobra conocida la publicación titulada ‘Guía de diseño urbano’ de la que son autores Martínez Sarandeses, Herrero y Medina, publicada por el Ministerio de Fomento en el año 1999 y que sirvió de manual de diseño urbano en diferentes escuelas de arquitectura españolas (por cierto, heredera de otra publicada por el MOPU en 1990). Pudiera parecer que esta otra Guía de Andrés Martínez iba a ser una especie de ‘revival’ de la anterior. Nada más lejos de la realidad. Por supuesto que le debe muchas cosas (al fin y al cabo Andrés Martínez no sólo es hijo sino también discípulo de José Martínez Sarandeses) pero se diferencia de forma bastante notoria. El propio Andrés lo explica en la “Introducción” cuando habla de que la situación en estos últimos diez años ha cambiado de forma notable y ha establecido nuevos retos y prioridades. En concreto habla de dos. La primera es la del funcionamiento en red de los espacios libres, singularmente de los llamados “verdes”, y la segunda la consideración disciplinar del proyecto del espacio público como un elemento singular y diferenciado. Aunque la segunda podría ser discutible, por lo menos su novedad o su consideración prioritaria, la primera es bastante clara. Y no afecta sólo a este país sino que, en general, es un clamor europeo (en estos momentos estoy codirigiendo con un profesor de la universidad de Palermo un tesis doctoral que trata precisamente de este tema en Italia y España en el contexto de la Unión Europea).
La Guía tiene una estructura clara y práctica. Aparece dividida en tres partes. Una primera introductoria, donde se analizan algunas cuestiones aparentemente de vocabulario como, por ejemplo, el alcance del término “espacio público”. Pero que, en el fondo, replantea la tradicional división entre “lo público” y “lo privado” con las nuevas formas mixtas de organización y la introducción del espacio digital. Tan sólo son pinceladas (el tema es muy complejo y multidisciplinar como tuve ocasión de ver en el encargo del Ministerio de Vivienda que dio lugar al libro ‘Los nuevos espacios públicos y la vivienda en el siglo XXI’ y del que soy editor) pero imprescindibles para dar paso a la segunda parte: “Una visión contemporánea”. En esta parte se analiza la cuestión de las escalas y las relaciones entre el espacio público, el privado y la estructura urbana. Todos ellos temas apasionantes que darían lugar a bastantes discusiones pero en los que Andrés tiene la virtud de posicionarse con bastante claridad. Particularmente polémico es su planteamiento del barrio como unidad de diseño, sobre todo porque puede entrar en contradicción con la consideración de los espacios libres como una red y, todavía más, como una auténtica infraestructura. Es verdad que, en el urbanismo, es la escala más cómoda para un arquitecto. Y que es la básica si se entienden los espacios libres como una especie de “equipamiento”, pero es discutible en estos momentos si se trasciende la misión tradicional de los espacios libres. En cualquier caso su planteamiento se basa en argumentos sólidos y tiene la virtud de poner en negro sobre blanco uno de los aspectos actualmente más controvertidos del tema.
La tercera parte, que ocupa la mitad del libro, es la auténtica Guía. Se llama “Diseñando espacios públicos urbanos” y aborda los tipos de espacios públicos haciendo un capítulo aparte para la calle, y luego: el suelo, la vegetación y otros elementos tales como el mobiliario, los quioscos o las paradas del transporte público. Se completa con un anexo que incluye la normativa de aplicación (en la comunidad valenciana) en materia de accesibilidad en espacios públicos, reproduciendo en anexo de la orden VIV/561/2010 del Ministerio de Vivienda español y el de la Orden 09/06/2004 de la Conselleria de Territorio y Vivienda de la Comunidad de Valencia. Esta tercera parte está repleta de fotografías ilustrativas, dibujos y esquemas que enriquecen notablemente la publicación. Personalmente me ha interesado el epígrafe en el que se pregunta sobre el “tipo de verde a plantar”. El hecho de que comience el apartado “Verde… o marrón;” ya puede dar una idea de la forma en que aborda el autor el tema. También aquí su postura es bastante clara a favor del “reverdecimiento” de la ciudad. Postura que está en línea con los más recientes informes psicológicos, médicos y sociólogos, relativos a la necesidad de introducir la naturaleza en la ciudad. La frase “Plazas duras sí, pero nunca porque sea imposible una plaza blanda”, que aparece como pie en la foto correspondiente a la plaza situada frente a la estación de Sans en Barcelona, explica en pocas palabras el hecho de que, técnicamente, estamos en condiciones de “reverdecer” casi cualquier superficie.
En resumen, alegría doble. Por una parte que el Colegio Territorial de Arquitectos de Valencia se haya metido en la aventura de editar una serie de publicaciones de urbanismo. Incluso que la primera lleve por título ‘Guía básica para la elaboración de estudios de impacto ambiental de los instrumentos de ordenación territorial’, indicativo de un tema aparentemente alejado del quehacer profesional del arquitecto. Ya va siendo hora de que los arquitectos sean conscientes de que existen campos en los que su preparación enfocada al proyecto de ingeniería, y a la estética y el arte puede ayudar de forma determinante al trabajo de equipos multidisciplinares formados para trabajar en temas como el planeamiento y diseño urbano, el paisaje, la decoración, el mobiliario, o la ordenación del territorio. La otra alegría, claro está, es la aparición de este libro en concreto. No abundan las guías, como esta, que ofrecen recomendaciones para el diseño de nuestros espacios públicos. Y menos que aborden el tema desde una perspectiva actual. Esto no impide negar de donde venimos. La última fotografía del libro reproduce la calle del Mercado, Zaragoza, año 1865, en la que se ve como las viviendas se vuelcan a ese (entonces sí) auténtico espacio público y que es un resumen perfecto de lo escrito. Al pie se puede leer: “La calle es una buena síntesis del mundo”. Pienso que es un libro de lectura recomendable, no sólo para los arquitectos valencianos, sino para estudiantes y profesionales de cualquier lugar que tienen que enfrentarse al diseño de calles, plazas y parques, en este segundo decenio del siglo XXI en que ya hemos entrado. – José Fariña Tojo