Urbanismo para náufragos : recomendaciones sobre planeamiento y diseño urbano / Pablo Gigosos Pérez, Manuel Saravia Madrigal.
Fundación César Manrique, Lanzarote : 2010.
555 p.: il.
Colección: Ensayo (Fundación César Manrique) ; 6
ISBN
9788488550835
Materias:
Urbanismo
Biblioteca Sbc Aprendizaje
OPAC Millennium
El libro "Urbanismo para náufragos", publicado en marzo de 2010, pertenece a la colección Ensayo editada por la FCM y hace el número 6 de esta colección.
Manuel Saravia Madrigal es arquitecto y profesor titular de Urbanismo en la Escuela de Valladolid. Fue arquitecto municipal y provincial de Valladolid (1981-1986) y director del Centro Buendía de la Universidad de Valladolid.
Pablo Gigosos Pérez es igualmente arquitecto por la Escuela de Barcelona, especialidad en Urbanismo. Ha sido profesor de Urbanismo en las Escuelas de Arquitectura del Vallés (Barcelona) y Valladolid. Actualmente es Jefe del Servicio de Obras del Ayuntamiento de Valladolid.
Este libro es de urbanismo. Y concretamente de “urbanismo b”, en las antípodas del glamour, los medios y los intereses del urbanismo mediático. Se funda en la defensa de los derechos humanos. Ofrece algunas pautas para intervenir en las ciudades por medio del planeamiento y el diseño, de tal manera que mejore en ellas la condición de los náufragos, esas miles y miles de personas que han perdido sus asideros y luchan a contracorriente en nuestro mundo urbanizado. La libertad de movimiento, la emigración, el derecho al trabajo, a la vivienda y a la cultura de amplias capas de la población, que no constituyen mayorías pero que están ahí, continúan sin recibir una respuesta urbana válida.
"Urbanismo para náufragos" es un desarrollo del Taller organizado por la Fundación César Manrique y celebrado en Taro de Tahíche, en mayo de 2007 y en el que se relacionaron los derechos humanos con la planificación urbana, desde una práctica urbanística renovada.
Enlaces
Ateneo Naider | Urbanismo para náufragos
Fundación César Manrique | Urbanismo para naúfragos
Urbanismo para náufragos
Anatxu Zabalbeascoa | El País, 2011-06-11
El urbanismo no tiene buena reputación. Se confunde con la
especulación y se le relaciona con la corrupción. Sin embargo, posee la
capacidad de transformar las ciudades. Los arquitectos Manuel Saravia
Madrigal y Pablo Gigosos Pérez proponen en este libro un urbanismo de
los derechos humanos capaz de considerar a quien tiene que jugarse la
vida atravesando una carretera tanto como al icono de una urbe. Ni
complaciente con nadie ni beligerante contra todos, el ensayo es el
resultado de un taller que organizó la Fundación César Manrique de
Lanzarote en mayo de 2007. Y está tan magníficamente escrito y
estructurado que se devora sin desperdicio. Sus autores han compilado y
ordenado muchas de las ideas que se desarrollaron en el taller con un
resultado apasionante y demoledor. Así, su lectura ofrece la oportunidad
de ver, desde muchas otras perspectivas, la pluralidad de problemas que
plantea una ciudad: casi todos asuntos en los que ni arquitectos ni
ciudadanos solemos reparar suficientemente. Así, el libro conjuga datos
-"en París, todavía el 11% de las viviendas no tienen baño". "En El
Cairo, 1,5 millones de personas habitan en las azoteas en lo que se
conoce como 'la segunda ciudad"- con observaciones: "La mitad de los
presos del mundo están encarcelados en Estados Unidos, China y Rusia.
Llama la atención el incremento de la población carcelaria en Estados
Unidos, donde, desde 1980, se extiende la privatización de las
cárceles". Hay opiniones ajenas -"los grandes propietarios del suelo
son, en palabras de Joaquín Leguina, 'una formidable máquina para
alterar el precio de las cosas"- y opiniones propias -"la política
urbanista mejora el paisaje de los ricos y hace funcional el de los
pobres"-; propuestas: "En materia escolar un asunto define a los padres:
los que valoran la mezcla y los que buscan la selección. Antes de saber
hacer una ecuación, ¿deberíamos saber dónde vivimos?", y críticas, como
cuando apuntan que el Plan Estratégico del País Vasco habla de
edificios escolares que "reflejen ante el alumnado el interés por el
ahorro energético" y los autores proponen sensibilizar también al
alumnado sobre el hecho de que vivimos en un solo mundo. Con todo ese
material, el libro ilustra la responsabilidad del urbanismo, su
influencia en la vida de la gente y la posibilidad de realizarlo con más
amabilidad que tiralíneas, recordando los "placeres sencillos" de
Mumford como tumbarse en un parque. Además propone, como sucede con los
abogados, la figura del arquitecto de oficio: un asesor para quien no
puede pagar uno, no como salida profesional sino como obligación ética. Y
también arremete contra la profesión: Gigosos y Saravia recuerdan la
conveniencia de no dar carta blanca al diseñador, reclaman menos
autosuficiencia, una metodología de trabajo menos ensimismada y un
esfuerzo colectivo para tratar de entender(nos).
Fuente
Urbanismo para náufragos
Anatxu Zabalbeascoa | El País, 2011-06-11
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