Luis Peña Ganchegui : el arquitecto como lugar / Mario Sangalli Uggeri ; director, Alberto Ustarroz Calatayud
[s.n.], [S.l.] : 2013
371 p. : il.
Tesis, Univ. País Vasco, Depart. de Arquitectura
Peña Ganchegui, Luis, 1926-2009.
Universidad del País Vasco/Euskal Herriko Unibertsitatea -- Tesis y disertacionesacadémicas.
Arquitectura -- Siglo XX -- País Vasco.
Biblioteca Sbc Investigación T-AR-SANGALLI
http://millennium.ehu.es/record=b1782841~S1*spi
[s.n.], [S.l.] : 2013
371 p. : il.
Tesis, Univ. País Vasco, Depart. de Arquitectura
Peña Ganchegui, Luis, 1926-2009.
Universidad del País Vasco/Euskal Herriko Unibertsitatea -- Tesis y disertacionesacadémicas.
Arquitectura -- Siglo XX -- País Vasco.
Biblioteca Sbc Investigación T-AR-SANGALLI
http://millennium.ehu.es/record=b1782841~S1*spi
“Maestro del lugar”, “Cuando la arquitectura quiere ser paisaje”, “Proyectación siempre sensible al lugar”, “Arquitectura como Paisaje”, … si existe un aspecto de la obra de Luis Peña Ganchegui que haya sido unánimemente celebrado, ese es sin duda la relación de su obra con el paisaje, su adecuación al lugar.
El mejor ejemplo de este dominio, la “Plaza del Tenis” (Donostia, 1975), supone una muestra indiscutible de la maestría de Peña a la hora de interpretar la vocación del “lugar”, y su habilidad para d8isponer los medios
que la hagan posible, empleando los recursos precisos que permitan su adecuada
formalización. Alabado como uno de los mejores ejemplos de simbiosis paisajística
entre naturaleza y artificio, la grandeza (sublime, mística) de este espacio
público, nos lleva a cuestionarnos cuál fue el bagaje que permitió a este
arquitecto mutrikuarra, nacido en Oñati y formado en Madrid, abordar su trazado
con semejante destreza, y en qué medida el resultado es casual, hasta qué punto
atribuirle s referencia externas, o fruto en definitiva de su propia
trayectoria. Según indica Iñaki Abalos en el artículo “Genius Materiae”, “Lo
curioso de su propuesta es que, cuando nadie aquí estaba interesado por estos
temas, él parecía dominarlos como si formasen parte de su ADN”. Ante esta
observación cabe cuestionarse: ¿Cuándo y cómo adquiere esa capacidad? ¿Qué
permite a Peña anticiparse a tantos otros?
Abalos, en su artículo, sugiere que “una de las razones de su brillante
contemporaneidad estriba en que Peña no se quedó en emular a los románticos
sino que avanzó unos pasos más, influido directa o indirectamente por el
materialismo existencialista de su amigo Eduardo Chillida, pero también
distanciado de él por su pragmatismo y sentido común, capaces de desarmar
cualquier discurso elevado con media sonrisa socarrona”. Ese distanciamiento
pragmático, del que hacía gala el propio Peña rechazando siempre que tuvo
ocasión el calificativo de “artista”, es puesto en duda por Iñaki Galarraga,
que recuerda “cómo se emocionaba con una puesta de sol, cómo vivía el mundo de
la ola, el mundo del mar, el viento, … el más amplio de los sentidos para leer
la naturaleza. Luis era un personaje que quería creerse a sí mismo enormemente
racional, pero simultáneamente era pleno sentimiento”.
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